Lothaire ~ Yunho Enemigo De Lo Antiguo (Adaptación) ~ Capítulo 4

Capítulo 4

Yunho lo cogió de los brazos, tirando de él en su contra, ignorando el dolor de su nueva herida.

Jae trató de matarse otra vez. Casi lográndolo...

—¡Déjame ir!—El se agitó contra su control.

Jaejoong casi lo priva de su novio codiciado, había desobedecido sus órdenes —dos veces—y lo había apuñalado. Sin embargo, ¿estaba furioso con él?

Como se seguía azotando, él apretó más hasta que un grito salió de sus labios, y se calmó.

Contrólate Yunho. Él respiró hondo. Además renunciarías a tu novio. Era demasiado fuerte para perder el control cuando él estaba cerca. La rabia... la locura...

Inhala. Exhala. Ren estaba bajo su custodia, a salvo por ahora.

Desastre evitado.

Después de un momento largo, se encontró que su ira menguaba, la neblina se disipó un poco. Aflojó su agarre, pero lo mantuvo cerca de él. —¿Ya terminaste?—Le espetó.

Con expresión testaruda, murmuró, —Por un hechizo.

¿Aun desafiándome? Yunho sabía que él se equilibraba sobre el borde de la locura, y ahora se dio cuenta de este humano podría ya estar allí.

Pero tras su cólera, el dolor de sus heridas disminuyó, ahogado por una conciencia atroz de él. Miró hacia abajo a sus ojos con sorprendente desconcierto.

La sensación era casi... hipnótica.

El impregnó todos sus sentidos. El cuerpo de su novio emitía un calor insoportable, mientras temblaba en su contra. Su latido rápido de corazón era el llamado de una sirena para él, haciendo alarde de la prisa que cursaba. Una vena en su cuello pulsaba de manera incitante. ¿Dolor? Él no sentía ninguno.

Su mirada cayó sobre el sedoso cabello suelto derramado sobre sus hombros. Ondas marrones hacían que el color negro ahumado de sus ojos se destacara, enmarcados con gruesas pestañas negras.

Se había puesto más bonito en los años intermedios. Curvas. Sus caderas se redondearon seductoramente, sus pezones se filtraban en contra de la parte superior de ese top raído. Se frotó la lengua sobre un colmillo al recordar la primera noche que vio a Ren. Estaba en el bosque en un improvisado altar, cubierto de sangre bajo la luz de la luna llena.

Una mirada a él, y su corazón se despertó de su largo sueño. Su respiración llenó sus pulmones. Su eje se puso rígido en un calor rápido, exigiendo su liberación por primera vez en milenios. Se endureció al recordar cómo él había ido lamido la sangre de su víctima de su dulce piel mientras él mismo se acariciaba. Ren se había puesto de pie pasivo en contra de él —dándole, la suavidad de su fuerza—cuando se estremeció y derramó su semilla sobre las hojas... 

 

Lo que Jaejoong vio en su expresión lo hizo aspirar, sus mejillas se sonrojaron. —¿Qué quieres de mí? Sus ojos se posaron en su cuello, sus colmillos palpitaban por esa carne tierna. Tocarte. Beber de ti y que te pongas húmedo por ello...

¡No, no es él! La lujuria lo montó con fuerza, pero nunca actuaria en consecuencia. A pesar de que Yunho asesinaba fácilmente, aunque invariablemente actuaba sin honor, él no traicionaría a su pareja. Especialmente, no con un mortal sin valor, un hombre que normalmente estaba por debajo de su nota.

Soltó a Jaejoong, empujándolo lejos de él. Yunho solamente se saciaría con su Novio.

¿Cuando se alzará él? Ren le había explicado que gran parte de la posesión trabajaba en Jaejoong. Ninguno de los dos hombres sabía lo que pensaba el otro, aunque Ren creía que el muchacho a veces, podía sentir sus intenciones, tal como Ren podía percibir cambios en Jaejoong.

El dios encontraría difícil elevarse a menos que Jaejoong se debilitará de alguna manera, física o emocionalmente, o que él durmiera. Cuanto más durmiera, más fácilmente Ren, podría recuperar el control del cuerpo. Sin embargo, una vez que el chico comenzara a empujar su camino de regreso a la superficie, Ren se vería abrumado con mareos, visión borrosa, y una sensación de movimiento dentro del cuerpo, un desplazamiento en su interior.

Yunho le había preguntado, —¿Por qué no puedes mantener el control?

Con ojos negros resplandecientes, Ren había siseado, —El mortal es demasiado fuerte.

Ahora, como entonces, le horrorizaba que su Novio estuviera sujeto a los caprichos de un ser humano, una situación muy similar a la de su madre.

¡Blyad! Si Jaejoong podía sentir las intenciones de Ren de vez en cuando, entonces el dios ¿no podía detectar la presencia de su compañero?

Hasta que se levantara, él tendría que lidiar con Jaejoong. —Siéntate,—le ordenó.

Con el mentón levantado, se quedó de pie. Sus cejas se juntaron. Tan pocos le desobedecían, especialmente no en los talones de su rabia.

Yunho había permanecido con vida tanto tiempo usando su habilidad para predecir los movimientos de sus adversarios. Él sabía cómo se comportarían, a menudo antes que ellos. Su vida era una partida de ajedrez sin fin, una marcha calculada que lo llevaba cada vez más al Final de su partida, de reinos confiscados y retribución entregada.

Sin embargo, este hombre seguía demostrando ser impredecible.

Cuando él volvió la cuchilla sobre sí mismo...

—Siéntate ahora. O volvere con cadenas para sentarte encadenado.

El tragó saliva, pero no se movió. Le pareció casi lamentable que él se fuera tan pronto. Quebrarlo sería un deporte divertido. —Muy bien. 

—Yunho se teletransportó a uno de sus múltiples escondites, esta vez a uno estratégico en los montes Urales, para recuperar un conjunto de esposas.

Aunque los inmortales con una fuerza incalculable y habilidades rutinarias temblaban delante de él, un humano impotente que ni siquiera tenía un cuarto de siglo de vida lo desafiaba. Impotente. Volvió a pensar en lo fácil que sería para sus enemigos matarlo. ¿Por qué Jaejoong no había languidecido silenciosamente en la prisión? ¡Este rescate no pudo venir en peor momento!

Múltiples facciones —Demonarquias, Vampiros de la Horda, Valkirias, Furias, y el Lykae—lo buscaban, en busca de venganza, o, mejor aún, para matarlo. Tan pronto como descubrieran que tenía un Novio en su poder, ellos harían de Ren su objetivo también.

Y Yunho tenía un trono en juego. Miles de años de planeación pronto darían sus frutos —su Final de la partida, finalmente lo lograría—siempre y cuando no se distrajera en estas últimas semanas. Él consideraba el final de la partida su amo porque únicamente le servía, no pensaba en otra cosa...

No, él no permitiría que Jaejoong alterara su curso.

Regresó directamente con las esposas. El chico sólo había dado unos pasos cuando se congeló con el tintineo. Jae despacio se volvió hacia él, sus ojos se abrieron al ver las cadenas en sus manos.

Cuando él desapareció, Jae pensó escapar. Ahora, él caminó hacia el sofá y se hundió en el, suplicando por dentro, ¡Que no me encadene, que no me encadene!

—¿Me tienes miedo, humano?—Él tocó los eslabones.

¡Por supuesto que sí! Él tenía poderes sobrenaturales, acababa de matar, y por alguna razón este maníaco estaba obsesionado con él.

Pero Jae por lo general tenía un gran sentido para las personas, y él sospechaba que él respetaría su temple. Así que contestó con honestidad, —Correcto—ahora, estoy bastante asustado.—Su acento se había vuelto más pronunciado, un acento de montaña que se espesaba cada vez que sus emociones crecían. —Pero creo que trabajaré a través de él.

Inclinó la cabeza hacia él, como si fuera un espectáculo que nunca había visto. Jae sabía sin lugar a dudas que pocos le habían hecho frente.

Comprensible. Todos sus movimientos deletreaban amenaza.

—¿Y le temes a estas esposas?

Este demonio está jugando conmigo. —Sí, señor, lo hago. Pero no quieres encadenarme... 

 

Él alzó las cejas. —¿No quiero?

—¿Qué pasa si Ren despierta? Estoy seguro de que se molestaría si se encuentra atado. Y no quieres arruinar su... reunión. —Apenas podía pronunciar la palabra. ¿Qué harían juntos?

 

Seguramente él querría hacer el amor con su pareja por fin. Porque, por alguna razón, él nunca lo había hecho antes. Jae seguía siendo virgen. Lo que significa que Ren nunca había tenido un amante cuando había ganado el control.

Después de un momento interminable, Yunho dejo caer las cadenas al suelo. Jae no sentía la concesión como una victoria, le parecía más una trampa con cebo. Pero con la amenaza inmediata apartada, Jae arrastró su mirada de él para inspeccionar su entorno.

La habitación era varias veces más grande que el remolque entero en el que había crecido. El mobiliario parecía rico, pero moderno, como en una de esas revistas de diseño. Las cortinas estaban corridas tan apretadas, no podía decir si era de día o de noche. —¿Dónde estoy?

Él cruzó los brazos sobre su amplio pecho. —Nueva York.

—Nueva York, —repitió torpemente. El nunca había estado fuera de Gangwon, pero siempre había querido viajar. Ahora todo era muy surrealista. —¿Por qué me has traído aquí?

 

—Debido a que este lugar esta místicamente protegido — es ineludible e impenetrable.

¿Místicamente? En ese momento, decidió que era mejor mantener la mente abierta, para no romperse con la tensión.

—Te mantendré aquí por un tiempo, hasta que eche tu alma de tu cuerpo.

—¿D—de qué estás hablando?

—Tu cuerpo será solo de Ren.

¿Tenía el poder de robar el cuerpo de Jae para él? ¿Para siempre?

—¡Me mataré antes de que eso suceda!—Jae saltó a sus pies, no sería una estatua de bronce en un pedestal. —¿Me oyes?

—Si te dañas de cualquier forma, asesinaré a tu madre y a tu hermano.

Jae calmó el miedo que temblaba a través de él.

—Tal vez debería terminar con uno de ellos hoy para demostrar la buena fe de mi amenaza, —dijo, como si comentara el clima.—¿Algún mensaje que te gustaría que yo entregue? 

Su mente gritó: ¡Oh, Dios, no! Sin embargo, se obligó a burlarse: —Hazlo. No les importo un comino. Ninguno de esos imbéciles vino a mi ejecución hoy.—El se los había prohibido.

¿Su familia habría obedecido sus otras órdenes?

Yunho desapareció justo ante sus ojos. Desde detrás de él, murmuró: —Eres un farsante dotado, pequeño humano... 

 

El sintió su aliento en el cuello antes de que se diera vuelta.

—Pero tu acelerado corazón te delata, —finalizó.

Podía desaparecer y reaparecer directamente en el remolque de su mamá, asesinarlos en cuestión de segundos. Si su familia estaba allí.

Yunho esperaba que deseara vengarse por lo de la ejecución, Jae había hecho jurar a su madre que se mantendría —y toda la familia—alejada en los días circundantes.

Seguramente no habría cobertura en las noticias de la misteriosa desaparición de Jae, su madre estaría en modo de defensa, era poco probable que volviera a su casa hasta que oyera de su hijo fugitivo.

Jae estaba casi seguro de que estaban fuera del alcance de Yunho,

¿pero podía apostar la vida de su familia en ello?

No.

Entonces, él ganaría. Toda su ira descarada se desvaneció, y él se hundió en el sofá. Siempre creyó que ganaría la batalla contra Ren porque había pensado que se reduciría a una prueba de voluntades.

Pero este hombre... este animal...

Cuando su mirada revoloteo sobre los agujeros de bala en su pecho que él parecía no notar, enseguida, encontrándose con sus escalofriantes ojos rojos, él comprendió que no podría ganar.