Lothaire ~ Yunho Enemigo De Lo Antiguo (Adaptación) ~ Capítulo 15

Capítulo 15

Jae se despertó con un gemido. 

Un gemido de hombre.

Entre abrió los ojos y se encontró acurrucado en el sofá en la habitación del vampiro. El extendió la mano y aturdido encendió una lámpara cercana, se iluminó la zona lo suficiente para que él lograra ver a Yunho.

Él yacía dormido en su cama.

Se levantó y se acercó a él, curioso de ver si podía encontrarlo tan guapo ahora que el estaba descansado —y no agudamente traumatizado.

A su lado, Jae exhaló con resignación. ¿Cómo podía estar tan dañado mental —y moralmente —y sin embargo ser tan impresionante en el exterior?

Vestido sólo con jeans oscuros que colgaban sueltos de sus caderas, se reclinó en su frente, el lado de su cabeza apoyada en su antebrazo. Su pelo castaño largo estaba revuelto, esos desquiciantes ojos ocultos.

Su rostro era perfectamente inquietante, con su orgullosa nariz patricia y pómulos anchos. Incluso la barba que cubría su audaz mandíbula era atractiva para Jae. Sus dedos se morían de ganas de remontar sus labios, para determinar si eran tan firmes como parecían.

Jae nunca se había fijado en los labios de los hombres antes, pero los suyos eran sexys.

Ahora que las heridas habían cicatrizado, la suave piel de su espalda parecía exigir su toque. Esos musculosos hombros...

Él volvió a gemir y sus cejas se unieron bruscamente. ¿Soñando?

Si verdaderamente experimenta los recuerdos de todas sus víctimas —miles de años de pena —¿cómo podía no estar volviéndose loco?

Seguramente no soñaba con el anillo ya. ¿Tal vez estaba viendo sus recuerdos?

Nunca había hecho nada de lo cual el estaría demasiado avergonzado de que Yunho descubriera, pero no quería que sintiera exactamente lo mucho que él amaba a su familia, o que conociera lo terrible que eran sus apuros actualmente.

La última vez que habló con su madre, había habido rumores hacer que los hombres Kim volvieran a las minas. Su mamá había dicho: Sobre mi cadáver, Jae, entonces se sintió avergonzada por su comentario hacía su hijo que estaba en el corredor de los condenados a muerte...

Cuando Yunho se volvió de espalda, la boca de Jae se secó. Su torso estaba duro como una piedra, con los abdominales y pectorales marcados. Un pelo castaño más oscuro, casi de color chocolate, rompía al centro de su pecho y una fina línea castaña se arrastraba debajo de su ombligo y más abajo.

Sus sentidos de privación lo apreciaron, casi mitigando su odio por él.

Querido Dios, el vampiro era tan... hermoso.

Masculina perfección. Sobre todo con los ojos cerrados. Podría mirarlo todo el día.

¡No! Chasqueó la liga. Era un asesino que buscaba rehacerlo. Él era en parte responsable de su encarcelamiento.

Era mejor no tener ninguna confusa atracción por él. De hecho, consideró brevemente abrir las cortinas para que el sol de la mañana entrara, pero decidió no hacerlo. Era demasiado rápido, sólo se teletransportaría fuera de la exposición de la luz.

En su lugar, Jae se arrastró a sí mismo, planeando ducharse, vestirse y prepararse mentalmente para su próxima ronda con él.

Dentro de su habitación, cerró con llave la puerta de comunicación entre la suite de su lado —como si eso hiciera cualquier cosa para mantenerlo fuera. Luego descorrió las cortinas de su balcón. Sus labios se separaron.

¿Final de la tarde? Agotado o no, no podía creer que había dormido tanto tiempo. En la cárcel, se había despertado a las 6 am en punto durante toda su sentencia.

Se dirigió a su cuarto de baño, encontrando abundante artículos de tocador en el interior. La promesa de una ducha con agua muy caliente —sin los ojos de algún guardia sobre él—realizó un llamado en Jae.

Una vez que sintió el agua hirviendo en cascada sobre el, suspiró con satisfacción, sin prisa lavando su cuerpo con un jabón perfumado.

Sin embargo, pronto sus manos redujeron la marcha, el baño se volvió acariciante. Había pasado mucho tiempo desde que el había podido tocarse a sí mismo —estando totalmente desnudo y sin ser observado—que había olvidado de lo que él sentía.

Bloqueando las imágenes de torso cincelado de Yunho de su mente, diciéndose a sí mismo que sólo estaba a familiarizándose con su cuerpo.

Cuando ahuecó su miembro, un suspiro tembloroso se le escapó. Maldita sea, pero echaba de menos las caricias, se perdió los sonidos masculinos de apreciación cuando lo había tocado a su vez.

Jae había disfrutado de los hombres, había sido un incurable coqueto durante toda su vida. Había empañado muchas ventanas de cabina de camión que le había conseguido una gran reputación.

Ese fue Jae, el virgen fácil —que era travieso para hablar, para las caricias, para machacar. Siempre y cuando sus jeans se quedaran con la cremallera.

Pero entonces había sido despedido, expulsado de coquetear y de reír y de tocar.

En la cárcel, había tenido muchas ganas de sentir la aspereza de las manos de los chicos en su pecho, escuchar sus gemidos desesperados en su oído. "Déjame tenerte, Jae... Sólo pondré la punta, te lo juro."

Apoyó el antebrazo en la pared de la ducha de mármol cuando su mano libre descendio por su abdomen y más abajo. Ya que ahora estaba desnudo entre sus piernas, Jae percibía sensaciones diferentes en cada gota de agua a lo largo de su carne, el roce de una de sus largas uñas...

El estaba por dentro tan resbaladizo, tan tentado a hacer algo más que explorar.

Se mordió el labio y miró a su alrededor, medio asustado de que Yunho se teletransportara en la habitación y lo sorprendiera.

¿Qué haría?

Cuando él lo había arrebatado contra su cuerpo ayer, había sentido el poder inquebrantable de sus músculos, había sentido su erección increíblemente grande.

Su sexo se contrajo con el recuerdo de aquella dureza. Un chorro de agua empañó la abrasión en su cuello, lo que lo hizo estremecerse. El vampiro lo había probado allí, parecía que saboreaba su gusto, gimiendo mientras tomaba.

Por alguna razón, la idea de eso era... erótico para él —como si lo hubiera querido tanto, tuvo que tomar una parte de él en sí mismo. Su respiración se estremeció hacia afuera.

¿Qué hubiera pasado si Ren no se hubiera levantado? ¿El vampiro habría acariciado los pezones de Jae? Recordaba cómo le habían dolido. En ese momento, no podía haberlo detenido, había estado en un estado de estupor sensual por su boca.

¿Habría arrastrado sus besos más abajo... y más abajo? Se imaginó esos labios firmes cerrándose alrededor de uno de sus pezones, sus cejas castañas dibujadas por el placer, sus manos pálidas amasando.

—¡No! ¿Qué estaba mal con él? Detestaba al vampiro, sin embargo,

¿estaba fantaseando acerca de él? Dejó caer las manos inmediatamente, cortando el agua. Recostado contra la pared, el contuvo el aliento, obteniendo el control de su necesidad.

Los vampiros siempre eran retratados como hipnóticamente atractivos en las películas. Seguramente había algún tipo de influencia extraña sobre el —una cualidad sobrenatural acerca de él.

Aunque la explicación más probable era que Jae estaba simplemente necesitado después de su estancia prisión. Después de secarse, llegó hasta el armario repleto, se tambaleó de nuevo con todas las selecciones.

Podía pasarse horas mezclando y combinando. Nunca había seguido la moda de las revistas porque sabía que nunca tendría suficientes opciones para crear conjuntos, para tener un “estilo personal”.

De hecho, vagamente había estado resentido con quienes tenían los recursos “y el tiempo” para gastarlos en moda. Todavía no tienes el tiempo. Recordándose a sí mismo que él tenía sólo un mes como máximo, rápidamente se eligió un par de pantalones color beige y una camiseta suéter blanco con cuello vuelto bajo. El atuendo parecía una tontería sin zapatos, así que se puso un par de zapatillas de color tabaco.

¿El vampiro estaría todavía? ¿Tendrían otra conversación —o confrontación?

Se preguntó si el sentimiento de aleteo en su vientre era el hambre. O los nervios.

Rápidamente trenzo la coronilla de su pelo, dejando el resto para que se deslizara en sus hombros.

Después de debatir sobre el maquillaje, optó por un ligero brillo labial.

Un bramido atronador resonó en su habitación. 

Seguido por otro, y otro. Más alto, más fuerte. 

Luego...  silencio.