martes, 21 de julio de 2015

Enlistamiento de Yunho ~ Carta de Yunho a Fans Cassiopeias & Bigeast


Hoy, 21 de Julio de 2015 se enlistó nuestro querido Jung Yunho. Cumplirá su Servicio Militar como soldado activo en la 26va Compañía de Gyeonggi-do durante sus 5 semanas de entrenamiento básico. Hará un servicio de 21 meses con fecha de salida de 20 de Abril de 2017.

Y la noche antes de enlistarse escribió esta emotiva carta para todas sus incondicionales fans, tanto Cassiopeias como Bigeast.



 Carta a Cassiopeia & Bigeast ~ We Will Wait For Yunho ❤

Para: todas las fans Cassiopeias y Bigeast!
Hola, soy Jung Yunho.

Finalmente me estoy enlistando.
Para cuando vean esta carta ya habré entrado a la armada y aceptado mi entrenamiento, verdad??

Ahora mismo estoy teniendo mi fiesta de despedida con amigos y conocidos en casa.

Escribir esto palabra por palabra...
En serio, hemos estado juntos desde tiempos difíciles, cosas divertidas, cosas felices y este día ha llegado ^_^ *

Yo quien alguna vez fui un estudiante... estaré enlistándome (porque ya tengo 30 años, verdad??). Cuando pienso en el pasado, hay realmente muchas cosas de las que me arrepiento. ^_^

En realidad... Para este enlistamiento, quería saludar a todos y luego irme, pero ya no soy U-Know Yunho, soy Jung Yunho, como cuando tenía las ganas de convertirme en un artista... De nuevo... Quiero comenzar y crecer... Por eso me enlistaré en privado. Y también porque tengo miedo de que si veo sus rostros eso me debilite. A veces no soy tan fuerte.

Aunque haya llegado hasta aquí a través de trabajo duro a mi propio ritmo, cuando cumpla con el servicio militar me convertiré en... un alguien lleno de confianza, mucho más intenso, atractivo y regresaré!

Estoy muy agradecido por siempre haberme apoyado hasta ahora...

También en el futuro espero que continúen apoyandome... Prometo encontrarme con todas otra vez en el escenario...

Nos encontraremos de nuevo, es una promesa ^_^

Las quiero.

-Yunho.

domingo, 5 de julio de 2015

Juegos De Caballeros ~ Capítulo Final



Capítulo Final

Jaejoong caminó a través de las frías y silenciosas habitaciones de su casa, seguía usando su abrigo y cargando su maleta de fin de semana con el aire de un huésped de hotel.

Recordó la primera vez que él y Minho habían visto la casa, seis meses antes de su boda. Se enamoraron de ella en el momento que cruzaron la puerta. No era la más grande o la más llamativa, pero podían convertirla en el nido perfecto para los dos —o tres, llegado el momento—, le había dicho Minho sonriendo al agente inmobiliario.

La encimera de mármol negro en la cocina estaba fría bajo sus dedos. Había estado más allá de su modesto presupuesto, la verdad, pero Minho se lo gastó todo para conseguirla porque a Jaejoong le encantaba.

Se detuvo en la sala de estar para estudiar la fotografía de ellos tomada el día de su boda. No era la mejor foto de Jaejoong, pero le había otorgado un lugar de honor porque había capturado una sonrisa de pura alegría en el rostro de Minho.

Mirándola ahora, todo lo que podía ver era la misma sonrisa en una foto diferente, siendo otorgada a una mujer.

En el dormitorio, dejó caer su maleta al final de la cama pulcramente hecha y se sentó torpemente a su lado. De todas las habitaciones de la casa, esta se sentía con mucho la más premonitoria.

¿Había traído Minho a esa mujer aquí alguna vez?
¿Habían hecho el amor en su cama?

Jaejoong se puso de pie ante la desagradable idea y desabotonó su abrigo color rojo cereza lentamente, luego abrió la cremallera de su maleta.

Necesitaba desempacar, para quitar a Noruega y a Jung Yunho de su ropa y de su mente.

Sacudió su mejor traje y lo sostuvo contra él. Tenía que ser lavado en seco para quitar las manchas de color crema panacotta que destacaban crudamente contra la tela negra.

Jaejoong quedó sin aliento por el recuerdo de la última noche en el comedor de Yunho. ¿En serio fue hace menos de veinticuatro horas? Se sentía como toda una vida.

Cuando metió la mano en su bolso de nuevo, sus dedos se toparon contra algo que no había esperado encontrar allí. Algo duro. Frunció el ceño y apartó la ropa hacia un lado, luego jadeó suavemente. 

Una caja negra poco profunda, de la longitud de una caja de zapatos, yacía en el fondo de su maleta. Una caja con el familiar logo de Jung Corp grabado en color gris plomo en la parte superior.

Jaejoong respiró fuerte y volvió a sentarse. ¿Qué había dentro? La sacó y la equilibró con cuidado sobre sus rodillas. Era más pesada de lo que había esperado, y estaba seguro de que lo que fuera que contenía no lo ayudaría a sacar a Yunho de su cabeza. Debería esconderla en el fondo de su armario sin mirar dentro. O incluso mejor, tirarla directamente a la basura.
Abrió la caja.

Sus dedos temblaron mientras desprendía el papel de seda negro de gran nitidez de su interior. Había una tarjeta, gruesa, cremosa e inscrita con la oscura letra de Yunho.

"Tus tres deseos.
9 am del lunes.
Debes estar allí.
Yunho."

Jaejoong sabía exactamente lo que había entre los pliegues del papel de seda, pero retiró los objetos uno a uno de todos modos.

Un fragmento de encaje negro y seda. La pesada bellota de plata, de repente demasiado aburrida y de mal gusto. El consolador de cristal amanecer, despojado de sus arco iris y de su brillo por los opresivos cielos de Corea y el humor de Jaejoong.

Todo parecía tan ordinario, tan mundano, aquí en su ordenada habitación. Tal vez Yunho había sido el mago cuyo toque los había traído a la vida. Mientras suspiraba y doblaba de nuevo el tejido para devolverlos a su caja, algo más ubicado en el fondo captó su atención.

Tomó la pequeña caja de terciopelo dorado, vintage, si la muy querida condición de la tela era un indicador. Suave y gastada, Jaejoong supo al instante que alguien había acariciado su contenido lo suficiente como para sostenerla a menudo.

Sus dedos se curvaron sobre los bordes y la agarró con fuerza. Cálido y táctil en su palma, Jaejoong solo podía preguntarse qué había dentro, y por qué Yunho había querido que él lo tuviera.

Jae despegó sus dedos y levantó la tapa con bisagras lentamente.
Una hoja de papel doblada cayó revoloteando sobre su regazo, luego vio que dentro de la caja había un delicado brazalete de oro, sus eslabones intercalados de vez en cuando con la pequeña cuenta de una joya. Cada diamante brillaba con la luz del amanecer mientras lo sostenía a contraluz para estudiarlo. Se quedó sin aliento. Era impresionante, como si alguien hubiera llegado y tomado pequeñas manchas del brillante cielo nocturno noruego.

Pero no era solo la belleza del brazalete lo que lo hipnotizaba. 
Jaejoong lo reconoció. Lo había visto una vez antes.
O más bien había visto una fotografía de alguien que lo llevaba.
La madre de Yunho. 
Había estado alrededor de su muñeca en la fotografía que había sobre el escritorio de Yunho.

Jaejoong contuvo las lágrimas que amenazaban con empezar de nuevo mientras miraba la delicada y preciada joya. Los juguetes sexuales habían sido inesperados, pero no estaba sorprendido de encontrarlos allí.

Pero esto… ¿por qué? Debía de ser precioso para él. Jae dejó el brazalete cuidadosamente de nuevo en su caja y tomó la nota.

"Una fuerte y hermosa mujer amaba esto mucho. 
Puede que siempre te recuerde lo grande que es el mundo, 
y que siempre tienes elección.
Recuérdalo, Príncipe.
Y."

Jaejoong leyó las palabras otra vez y sacudió la cabeza con suavidad. Justo cuando pensaba que había descifrado todo de Jung Yunho, él cambiaba completamente y hacía algo tan desvergonzadamente romántico que deseaba que estuviera allí para que él pudiera mirar en sus ojos y ver la verdad que Yunho no habría sido capaz de ocultar.

Cerró el broche de la pulsera alrededor de su muñeca, viendo las pequeñas piedras emitir tonos del arco iris sobre su piel. Y entonces, segundo por segundo, minuto por minuto, Jaejoong simplemente se sentó y recordó.

Recordó vastos cielos caleidoscopio, montañas cubiertas de nieve y brillantes fiordos.
Recordó piel caliente en su espalda y champaña fría en la lengua. Y recordó el oscuro y complejo lobo solitario que dormitaba a través de los hermosos hombros del hombre que se había tomado el tiempo para enseñarle lo grande que es el mundo realmente.

Perdido en sus pensamientos, Jaejoong se estremeció al oír el sonido repentino de la puerta principal al cerrarse de golpe en la planta baja.

Pasos y una maleta arrastrada por el suelo de madera de la sala anunciaban el regreso de Minho. Jae se quedó sin aliento y rápidamente guardó los tres deseos de Yunho en la caja negra.

Era hora de ir a la batalla.

En la esquina azul, su marido. El hombre al que había planeado amar para siempre.
En la esquina roja, su amante. El hombre al que no había planeado amar en absoluto.
Jaejoong vaciló, sintiéndose expuesto y solo.

¿Realmente amaba a cualquiera de ellos? ¿Cualquiera de ellos lo amaban a él?

¿Jae? —La urgente voz de Minho llegó por las escaleras—. Nene, ¿estás allí arriba?

Jae fue hasta el armario y rápidamente metió la caja negra en un espacio en el fondo, luego cerró la puerta silenciosamente.

Ya voy —gritó, sorprendido de que su voz sonara tranquila y clara.
Con una última mirada hacia el brazalete en su muñeca, abrió la puerta de la habitación y se dirigió a las escaleras.

Y fue entonces cuando alguien golpeó la puerta principal con fuerza.

Jaejoong se congeló a medio camino bajando las escaleras, sus ojos sobre la familiar espalda del traje de su marido mientras él giraba el pestillo de la puerta.

Fugazmente, Jae admiró su minuciosidad al recordar llevar traje de negocios, incluso aunque Jae sabía que no había estado ni siquiera cerca de una reunión. 
Muy convincente, Minho.

Jae sabía quién estaba fuera. Era inevitable.
Minho abrió la puerta y miró al extraño recostado de brazos cruzados contra el marco de la puerta.

Lo que sea que está vendiendo, no lo necesitamos —dijo irritado.

El extraño le miró fijamente y no dijo nada.

Pasó un largo momento. Jae sintió que Minho estaba a punto de tratar de cerrar la puerta. Lo sabía con tanta certeza como que el visitante lo impediría.
Rompió el silencio.

Él no está vendiendo nada. —Jaejoong habló suavemente pero con claridad, mirando de un hombre a otro.

Minho volvió sus inquisitivos ojos en su dirección. Estuviera listo o no, parecía que los combatientes estaban saliendo de sus esquinas a pesar de todo.

¿Se suponía que tenía que hacer de árbitro entre ellos? ¿Cómo podría?
Su lealtad estaba dividida entre el hombre con el que se había casado para bien o para mal, y el hermoso vikingo que había puesto su mundo del revés.

Él es Yunho. —Tragó saliva con fuerza.

Segundos pasaron. Jaejoong casi pudo oír el sonido de la campana.

Es Jung Yunho.
Mi Jefe... y mi amante.

FIN

Como siempre muchísimas gracias a todas quienes me leen, este es el final del libro 1, son un total de 3 libros, el 2 y el 3 aún no han sido traducidos al español, pero apenas lo sean continuaré con esta historia. Muchas gracias por sus comentarios y por apoyarme en todas y cada una de las adaptaciones que hago.

sábado, 4 de julio de 2015

Juegos De Caballeros ~ Capítulo 33



Capítulo 33

Jaejoong se quedó mirando fijamente por la ventana cuando Yunho detuvo su auto en el exterior de su casa. Parecía de algún modo desconocido y siniestro, en lugar del paraíso que solía ser. Era un poco antes de las diez, y afortunadamente la calle parecía invitar en sí misma a una mañana de domingo de quedarse en la cama, las cortinas cerradas resueltamente contra la mañana inevitablemente gris.

Jaejoong estaba agradecido. La última cosa que quería era una audiencia.
Yunho en su Aston Martin destacaba como un faro parpadeando entre el paisaje suburbano de hombres barrigones paseando a sus perros con autos familiares estacionados en su caminos de entrada.

No tenía ni idea de qué decirle. La última parte del vuelo a casa había sido infernal. Después de que Jae hubiera visto las fotos de Minho con su amante, todo lo que quería hacer era huir y gritar: en cambio, había estado atrapado. Tumbado acurrucado en la cama, había repasado los eventos de la última semana una y otra vez en su mente.

Todo lo que había llegado a pensar que sabía sobre Yunho había sido incorrecto. Él lo había usado. Lo había identificado como un objetivo vulnerable y se había aprovechado de él para sus propios juegos sexuales.

Jaejoong, realmente lo siento. —La voz de Yunho era baja y estaba llena de pesar—. Molestarte era lo último que quería hacer.

Jae cerró los ojos contra sus palabras vacías. ¿Cómo podía haber esperado él que esas fotos hicieran otra cosa más que herirlo? Excepto que no eran solo las fotografías de Minho lo que dolía, Ahora, el dolor fresco del engaño de Yunho dolía como el infierno en la cima de todo.

El había sido un tonto primero por permitirle halagarle en la cama. Cualquier vestigio de autoestima al que hubiera logrado aferrarse se había disuelto ante la idea de lo fácilmente que había sido corrompido, de las cosas que había permitido que sucedieran.

Pensé que te ayudaría.
¿Ayudarme?

Jae repitió sus palabras lentamente, dándoles vueltas en su mente. Porque no tenían sentido—. Dime, por favor —porque me estoy muriendo por saber— ¿Cómo pensaste que mostrarme imágenes de mi marido con su amante me ayudaría, Yunho? ¿No crees que saber que había estado viendo a alguien más dolía lo suficiente ya?

Yunho suspiró pesadamente y se pasó las manos por la cara. —Cometí un error.

No, yo cometí el error, y lo siento. —Jaejoong oyó el temblor en su voz, pero no podía mantenerla firme—. Siento haber puesto mis ojos sobre ti. —Negó con la cabeza con disgusto—. Como si no fuera lo suficientemente malo que mi marido tenga una aventura. Ahora yo he perdido la única ventaja que tenía. Soy tan malo como él.

Una amarga risa resonó a través de su pecho. —¿Y sabes que lo hace incluso peor, Yunho? Al menos Minho parece como si tuviera sentimientos por ella. Él podría incluso amarla, por todo lo que yo sé. —Su voz se quebró e indeseadas lágrimas frescas cayeron por sus mejillas—. 

Lo que yo he hecho es mucho, mucho peor. He permitido que un desconocido frío y calculador me folle por venganza. —Se ahogó con las palabras—.
Joderme, más bien.

Yunho lo miró con ojos sombríos, su piel dorada más pálida de lo que Jae lo había visto nunca.
Tú no hiciste esto por venganza, Jaejoong, eres mucho mejor que…
No me digas lo que soy, Yunho —le cortó—. En realidad, no me conoces en absoluto, no en ninguna de las maneras que importan. Hice esto para hacerle daño a mi marido. Podría haber sido cualquiera. Simplemente fuiste tú.

Eso es una mentira y tú lo sabes —dijo en voz baja.
No, no lo es. ¿Por qué embellecerlo? Me viste como una presa fácil y yo te vi como una forma de conseguir mi propio objetivo. Ni más ni menos.

Jae extendió la mano hacia la puerta, pero las manos de él se cerraron alrededor de las suyas.
Está bien, Señor Kim. Ya has hablado. Ahora me gustaría hacerlo a mí.

Jae se quedó inmóvil porque él no le dejó otra opción; sus manos lo sujetaban como un torno.

Lo creas o no, realmente lamento haberte mostrado esas fotos, pero no lamento ni un poco haber tenido sexo contigo. Eres malditamente hermoso, Kim Jaejoong, y necesitas a alguien que te lo recuerde.

Jaejoong lo miró a los ojos en silencio. Fiera frustración volvió sus iris castaños en un color ahumado, y su cuerpo orientado hacia el de Jae estaba rígido como una piedra. Solo sus pulgares se movían, deslizándose sobre los puntos donde latía el pulso de sus muñecas.

Tenías tristeza escrito por todo tu rostro la primera vez que entraste en mi oficina —dijo suavemente—. Quería alejarla.

Jae quería bajar la mirada, pero sus ojos exigían los de él. ¿Cómo hacía eso? 
La sinceridad salía con tanta facilidad de él, pero después de esta mañana no tenía forma de saber si era solo un mentiroso malditamente bueno. Yunho tenía una forma de mirarlo que lo hacía querer volver a caer en sus brazos otra vez, ¿pero no era exactamente ese el objetivo de sus inteligentes palabras? ¿Para enredarlo y luego convertirlo en un tonto?

Noticia de última hora, héroe. No has mejorado las cosas. Las has hecho diez veces peor.

Lo vio estremecerse y trató de apartar las manos, pero él mantuvo su agarre.
¿Puedes decirme que no disfrutaste de todas las cosas que hicimos? Porque sé la verdad.

Yunho se inclinó más cerca, y Jaejoong se puso rígido.
No le quería cerca de él.
Le quería cerca de él.

Lo sé porque vi tus ojos, Jae. Los vi cada vez que te venías, y no vi tristeza nunca más. —Sus masajes con los pulgares lo estaban volviendo loco—. Vi alegría y vi belleza. Te vi brillar.

Su cruda honestidad derritió su ira y lo dejó indefenso. De repente estaba cansado más allá de la resistencia, y le dolía el corazón con tristeza.
Entonces, ¿Cómo exactamente se supone que terminará esto, Yunho?
Él suspiró y sacudió la cabeza. —Pensé que podría follarte para hacerte feliz, supongo.

Estaba allí, en medio de las cosas más locas y más dulces que Jaejoong había oído jamás. ¿Cómo podía alguien tan devastadoramente sexy y masculino ser tan infantil?
¿Y luego qué? ¿Estabas planeando caer de rodillas y declararme amor verdadero?

Jaejoong vio su mandíbula endurecerse y sus ojos parpadear—. No, no lo pensaste. 
 Así que, permíteme adivinar… ¿Se suponía que yo tengo que ir a casa y romper con Minho, para que tu después sigas adelante rescatando a la próxima esposa despechada? —El pulso era evidente en la mejilla apretada de Yunho—.

¿Se supone que voy a trabajar el lunes como si nada hubiera sucedido?
Jae miró por la ventana hacia la lluvia que salpicaba. Yunho realmente no había pensado en esta cosa del cuento de hadas. En todas las historias que había amado de niño, el caballero no rescataba a la princesa y luego se la devolvía directamente al príncipe malvado.

Yunho abrió la boca para responder cuando Jae se volvió para mirarlo, pero luego pareció cambiar de opinión y simplemente sacudió la cabeza con un medio encogimiento de hombros resignado. Fue simplemente así. No había nada que él pudiera ofrecer a modo de justificación.

Crece, Yunho. La vida no es así.

Yunho no intentó aferrarse a las manos de Jaejoong cuando Jae las liberó de las suyas y abrió la puerta. Él también se bajó del auto, una fría llovizna humedeciéndole el rostro mientras sacaba su bolso del maletero.

Vio cómo los ojos de Jaejoong eran atraídos hacia la puerta principal. Estaba obviamente desesperado por alejarse de él. No podía culparlo. Sus mejillas no tenían color y sus ojos se llenaron de un pesar tan profundo que le dolió mirarlo.

¿Te llamo más tarde? —Extendió una mano sin esperanza y tocó la manga de su abrigo rojo cereza.
Jae negó con la cabeza, pasándose el dorso de las manos por los ojos.
Ven a trabajar mañana. —Intentó otra vez, incapaz de contener el borde de urgencia de su voz. Necesitaba verlo pronto, solo para saber que se las había arreglado para atravesar lo que tuviera que afrontar ahora con Minho.

No puedo, Yunho —susurró—. Sabes que no puedo.
Él pasó sus dedos por su mejilla, húmeda por las lágrimas y la lluvia.
No quiero dejarte así.
No me estás dejando. —Su voz se estabilizó mientras le tomaba la maleta y daba un paso atrás—. Yo te estoy dejando.

Yunho se pasó las manos por el pelo mientras lo veía irse.
La había jodido. ¿En qué demonios había estado pensando?
Nunca debería haberle mostrado esas fotografías. Habría dado cualquier cosa por volver atrás y cambiar las últimas horas. El dolor en los ojos de Jaejoong cuando había sido confrontado con la verdad tecnicolor casi había arrancado su corazón de su cuerpo.

Ahora sabía cómo debía de verse el rostro de su madre cuando encontró a su padre inclinado sobre su secretaria; se había sentido como un bastardo viendo a Jae derrumbarse.

Un pesado suspiro escapó de él mientras lo observaba cerrar la puerta con decisión. Jae había cruzado de nuevo a su propio mundo.

Golpeó los puños con fuerza sobre el volante mientras se subía de nuevo al asiento del conductor. Él había tenido la intención de enviarlo a la batalla listo para despedazar al idiota de su marido, pero su charla de energía había fracasado gravemente. No estaba preparado para la batalla.

Jaejoong había sido golpeado y roto antes incluso de dar un paso en el ring, y era todo por su culpa.

viernes, 3 de julio de 2015

Juegos De Caballeros ~ Capítulo 32



Capítulo 32

Jaejoong se acomodó en el sillón reclinable de cuero en el jet de Yunho, mientras rodaba para despegar. El cielo de terciopelo negro de la madrugada discordaba con el color de su estado de ánimo. Su estómago se revolvió con temor, su mente ya a cientos de kilómetros por delante en Corea, reproduciendo las posibles formas en que el día podría desarrollarse.

¿Dónde iba a estar cuando anochezca?
Si sólo pudiera retroceder el reloj y vivir la última noche una y otra vez. Yunho le quitó el aliento tantas veces que era un milagro que aún estuviera en pie. Había sido rampante y grosero en la mesa del comedor, y más tarde fue tierno porque Jae había necesitado que lo fuera. Se sintió como cristal en sus manos.

Levantó la vista cuando Yunho se abrochó el cinturón en el asiento junto a Jae.
¿Todo listo? —preguntó. Ya podía sentir el abismo entre ellos ampliándose mientras la realidad se entrometía en su interludio. Hubo una torpeza en su tono y una mirada imparcial en sus ojos.

¿O se imaginaba esas cosas en Yunho porque él las sentía?
Con cada minuto que pasaba se sentía más como el antiguo Jaejoong como si se deslizara de nuevo en su antigua piel opaca después de una semana de prestada cubierta de oro pulido.

Listo para irme —murmuró. ¿Qué otra opción tenía? ¿No, no estoy listo? ¿No, dale la vuelta a este avión, no quiero ir a casa?

Esto siempre fue un trato de una semana. Ahora que todo había terminado y el tiempo de seguir adelante con el asunto desastroso de la vida real y los maridos que engañan y los matrimonios rotos.

Jaejoong cerró los ojos y tragó el nudo que le subió a la garganta cuando el avión despegó del suelo noruego. Era un país que nunca imaginó que incluso iba a conocer, pero en pocos días, cayó completamente bajo su hechizo. Sus vistas panorámicas, Alpes eminentes y cielos místicos se habían grabados en Jae para siempre, al igual que el grande y hermoso vikingo a su lado ahora.

Dedos calientes cubrieron los suyos, y abrió los ojos.
Estoy bien, de verdad. Sólo triste de irme.
Asintió. —Hoy vas a estar bien, Jaejoong.
¿Lo estaré? —Lo miró a los ojos con los suyos mientras el pánico se levantó en su pecho—. No creo que pueda hacerle frente.
No es demasiado tarde para que me encargue —dijo Yunho, inexpresivo, pero sus ojos eran suaves y preocupados.
Me siento tan culpable, Yunho.

Yunho negó con la cabeza. —Dime una cosa, entonces. ¿Estarías aquí si te hubiera tratado correctamente?
Jaejoong miró y estudió su anillo de bodas.
¿Estaría? ¿Podría haberse resistido a Yunho si hubiera sido completamente feliz con Minho? Le habría gustado decir que sí, pero no estaba tan seguro. Fue una gran pregunta. Después de una semana en la empresa no estaba bajo ninguna ilusión sobre el poder de su encanto.

Yunho extendió la mano y lo sostuvo por los hombros, forzando sus ojos para encontrarse con los suyos. —¿Por qué debes ser el de la fibra de moral, cuando él es el único que ha estado tirándose a otra persona por meses?

Pero por mucho que tuviera un punto, no era sólo acerca de Minho, pensó Jae. Se trataba de él, también. Se trataba de la estela de destrucción que estaba a punto de causar en su propia vida.

Yunho, me voy a casa, y estoy probablemente a punto de dejar a mi marido. Y ya no puedo trabajar para ti, no después de esto. Al final de hoy lo más probable es que estaré soltero, posiblemente sin hogar y sin empleo.
No vas a estar desempleado. Tienes un trabajo.

No seas ridículo. —Lo miró fijamente. ¿Cómo podía pensar que era sostenible para él continuar como su asistente personal?—. Obviamente, no puedo seguir trabajando para ti después de esto.

¿Por qué no? No nos hemos mentido el uno al otro o hecho algunas falsas promesas. No somos niños. Podemos separar el trabajo del juego.

Jaejoong se estremeció. Vaya. Realmente era tan helado como la tierra que acababan de dejar atrás. Tan analítico, tan libre de vínculos emocionales.

No soy como tú, Yunho. No puedo separar perfectamente mi vida en el trabajo y el sexo. —Se encogió de hombros—. No soy un hombre como tú, supongo.
Algo en sus palabras traspasaron a través del hielo. Lo vio en el estrechamiento de sus ojos y la rigidez repentina en su mandíbula.

No me añadas a los gustos de tu marido, Jaejoong. Sí, me gusta el sexo, pero soy honesto acerca de lo que hago, y con quien lo hago. No corro en torno a puertas cerradas para conseguir un puntapie y lastimar a las personas que profeso amar.

Vaya. ¿De dónde vino eso?
Amar. —Repitió la palabra distraído, como si nunca la hubiera oído antes. Era algo que Jae sentía que conocía muy poco en esos días.
Sí, amar. Esa cosa no causa nada más que miseria y angustia, luego hace que las personas engorden demasiado con helado y se corten el pelo de forma poco aconsejable cuando las cosas van mal.

Auch. Ahora Jae estaba alerta de nuevo. ¿Qué demonios ocultaba esto?
¿Nunca has estado enamorado, Yunho? ¿Nunca has querido tanto a alguien que tu corazón ruge cuando estás con esa persona, y todos los huesos de tu cuerpo sufren por su ausencia?
No.
¿Eso es todo? ¿Simplemente, no?
¿Qué esperabas? —Se encogió de hombros y extendió las manos hacia los lados—. ¿Alguna triste historia de mi pobre corazón roto? Lo siento, príncipe.

Jaejoong se encogió de hombros ante el vacío. Se las arregló para convertir su expresión de cariño en una burla, una vez más. —No lo sé. No sé. Yo sólo...

No necesito etiquetar mis sentimientos como el amor, o encadenar a una persona a mí sólo por el bien de una jodida fiesta y una pieza sin sentido de basura. —Él miró su anillo de bodas y Jae lo cubrió instintivamente. Nunca había salido de su dedo desde el día que Minho lo deslizó en su lugar, y por muy falso que parecía en este momento, la idea de quitárselo se sentía como eliminar una parte de sí mismo. Al igual que toda su identidad siendo descartada con un bisturí.

No digas eso. —A la defensiva tocó el anillo de oro en su dedo anular.
¿Por qué no? ¿Por qué la verdad duele? —La boca de Yunho se torció con disgusto—. Apuesto a que tu marido se lo quita cuando se folla a su amante.

Jaejoong sintió las palabras aterrizar como golpes. —¿Tienes que ser tan contundente? —le lanzó en respuesta.
Sí. Sí, lo tengo que ser. Porque si no lo soy, volverás ahí y escucharás sus trivialidades y mentiras.
Pero ¿no es mi elección? ¿Por qué te importa lo que haga, Yunho?

Yunho golpeó el brazo de su asiento con ira y frustración. —¿Por qué haces esto ahora, Jaejoong? ¿Por qué estás dudando de todas las cosas que has dicho y sentido esta semana?

Jaejoong suspiró profundamente. —Porque esto es mi vida de la que estamos hablando, Yunho, no un episodio de algún reality show de la TV.
Tengo que escucharlo, por lo menos escuchar su versión de la historia.

¿Su versión de la historia? —La risa de Yunho no tenía ningún sentido del humor—. ¿Esa es la parte en la que cae de rodillas y lo perdonas? —Lo miró intensamente, y Jaejoong lo miró de vuelta, notando la forma en que su garganta se movió al tragar duro—. 
Te voy a mostrar su lado de la jodida historia.

Agarró su computador portátil, lo abrió, y después de unos cuantas claves, puso la pantalla hacia Jaejoong, que se encontró a sí mismo mirando una serie de fotografías. Entrecerró los ojos, tratando de dar sentido a las imágenes frente a él. Pero no tenían ningún sentido. No aquí, no en el computador de Yunho, no en el avión privado de Yunho.

Su marido, en un aeropuerto con su amante.
Minho riendo en un bar, envuelto sobre de su amante.
Una vez más en un balcón, su amante desnuda envuelta alrededor de él.
No llevaba su anillo de bodas.

Jaejoong no podía respirar, sus pulmones de repente demasiado apretados.
Incapaz de apartar los ojos de la pantalla, con las manos en las mejillas en conmoción. 

Después de los días que sólo había pasado con Yunho, que perdió su derecho de jugar a la víctima, aún así su corazón se rompió en un millón de pedazos al ver los brazos de Minho envueltos alrededor de una mujer. Quería llegar al interior de la pantalla y tocar su sonrisa, girar la cabeza lejos de esa mujer y hacerlo mirar en su dirección en su lugar.

Aquellos eran los brazos en los que había planeado pasar el resto de su vida y su beso era el único que alguna vez había deseado en los labios. Las lágrimas le humedecieron las mejillas, y un gran sollozo se arrancó de su cuerpo. Saber sobre el romance de Minho era una cosa. Tener imágenes de ello para siempre grabadas en las retinas era otra.
Dejó caer el rostro entre las manos y lloró a lágrima viva.

Yunho cerró la pantalla poco a poco y colocó el portátil sobre la mesa junto a él. Ver a Jaejoong llorar era insoportable. Su único instinto era extender los brazos y sostenerlo. —Jae... Príncipe... Lo siento mucho.

Jae se estremeció cuando lo tocó, y la mirada en sus ojos cuando levantó la cabeza  dejó a Yunho helado hasta los huesos.

¿Lo sientes? ¿Cual es la parte que sientes, exactamente, Yunho? ¿La parte donde acosaste a mi marido, o la parte en donde utilizaste mis problemas maritales para llevarme a la cama? Cristo, debes pensar que soy tan estúpido.

Sus palabras salieron en un revoltijo de lágrimas y respiración inestable, pero la ira sostuvo su figura erguida—. Planeaste esto. Sabías que Minho me engañaba, y viste la oportunidad de tomar algo que no era tuyo.

La mente de Yunho luchó por alcanzar el tren de pensamientos de Jaejoong. El lo entendió todo muy, muy mal.
Jaejoong, no. —Se estiró por sus manos, pero Jae las retiró lejos—. Eso no es lo que pasó...

¿En serio? Porque eso es exactamente lo que parece desde donde estoy sentado. 
 ¿Por qué, Yunho? —Arrastró las manos con furia en sus mejillas, manchando de rastros de lágrimas en zig-zag por su cara—. Ni siquiera te molestes en contestar. No eres mejor que Minho. Eres peor, de hecho, porque eres un jodido mojigato con ello.

Los labios de Jaejoong se curvaron—. ¿Eso es lo tuyo? ¿Jung Yunho, seductor Vikingo honorable, listo para lanzarse en picada a rescatar a  los maridos engañados? ¿Eso es todo? —Sus puños se apretaron con tanta fuerza que sus nudillos brillaban blancos—. ¿Lo es?

Sí. Porque soy un Thor habitual. —El intento de Yunho de frivolidad cayó en un saco roto. Hizo una pausa y suspiró—. Sólo quería hacer lo mejor para ti, Jaejoong.
Su amarga carcajada resonó por toda la cabina.

Bueno, ¿adivina qué? No necesitaba tu versión jodida de un cuento de hadas para salvarme.

La desolación se instaló sobre sus hombros como una barra de pesas. No podía decirle la verdad. No podía decir que algo en sus frágiles, respuestas defensivas alrededor de su marido en la entrevista habían hecho sonar las alarmas en su cabeza, o que había estado operando por puro instinto cuando había dado la orden de tener a Lee Min Ho investigado.

No podía contarle que él le dio mucho más de lo que negoció durante la semana pasada, o que le cambió la vida tanto como él cambió la suya.

Así que se encogió de hombros en su lugar, refugiándose en su habitual porte frío. 
—Es mejor que sepas. Lo mejor es que sostengas todas las cartas.
¿Mejor? —Jaejoong saltó del asiento, alejándose de él—. ¿Mejor? 
—Su voz tembló cuando abrió la puerta del dormitorio—. Vete a la mierda, Yunho.
No necesito lecciones de amor de alguien que no sabe nada de ello.