Lothaire ~ Yunho Enemigo De Lo Antiguo (Adaptación) ~ Capítulo 35

Capítulo 35 (Angst)

Los bramidos de Yunho despertaron a Jae en la madrugada.

Jae parpadeó, sorprendido de encontrarse a sí mismo desnudo... y en su cama con él, acunado entre sus brazos. Estaba vestido sólo con jeans oscuros, presionándolo contra su pecho desnudo.

¿Cómo se habían metido en esta posición? No tenía ningún recuerdo de lo pasado luego de quedarse dormido sollozando, mientras que suavemente lo había acariciado.

Sollozando hasta quedarse dormido.

A pesar de que siempre se había enorgullecido de no llorar, Jae se había desbordado en un océano de lágrimas. Pero, ¿cómo no iba a hacerlo? Ayer por la noche, había ido del placer más sublime al dolor más crudo... ambos proporcionados de la mano del mismo hombre.

Ahora él estaba obviamente en las garras de una pesadilla.

¿Estaría reviviendo algún terrible recuerdo?

Incluso después de todo el daño que le había hecho... y que le haría en el futuro... sintió una punzada de compasión. Desenredándose de sus brazos, se levantó sobre sus rodillas para mirar hacia él. —¿Yunho?—Murmuró, con la garganta irritada.

Los músculos de su torso se tensaron hasta que parecieron anudados bajo la piel alisada por el sudor.

Él gritó en ruso, torciendo los dedos como si estuviera en agonía.

¿Qué debo hacer? ¿Debo tocarlo?

A pesar de que gritaba una y otra vez, estaba extrañamente quieto, como si él no pudiera moverse.

—Yunho, despierta…

—¡No!—Rugió, con los ojos todavía cerrados. —¡Nooo!—arrojó uno de los brazos hacia fuera, lanzándolo en un vuelo. Jae aterrizó con un ruido sordo a cierta distancia de la cama, hizo un inventario mental de su cuerpo, sorprendentemente no se había roto nada. Vacilante, Jae llegó a sus pies.

No puedo hacer nada por él. ¡No se merece mi simpatía de todos modos!

Deshaciéndose del mareo, retrocedió hacia su habitación, donde se puso un camisón. En su propia cama, atrajo sus rodillas contra el pecho, meciéndose mientras los gritos se hacían más fuertes. Mecerse, mecerse... Nunca había oído a nadie gritar con tanto dolor.

¿Gritaré de dolor cuando se deshaga de mi alma? ¿Se compadecerá de mí?

Él le había dicho que no le mostraría misericordia...

—¡¿Jaejoong?!, —Gritó aturdido.

Cerró los ojos, como si obstruyese el sonido. ¿Había sido llamado por él?

¿Por qué su nombre y no el de Ren? Porque él me necesita. ¡No, ignóralo, Jae!

—¡¿Jaejoong?!

Parecía tan... perdido. —Maldita sea, —murmuró, levantándose para regresar a su habitación. —No dejaría a un animal sufrir así...

Se quedó paralizado al verlo.

Huellas sangrientas corrían por sus mejillas desde sus ojos cerrados.

Dios mío, ¿son... lágrimas?

¿Qué clase de miseria podría llevar a este cruel vampiro hasta las lágrimas? Los propios ojos de Jae se llenaron de lágrimas, y se encontró escalando a la cama con él una vez más.

—¡No me lastimes, vampiro!—Le apartó el pelo castaño de la frente.

¿Qué estaba mal con él? ¿Qué estaba mal con Jae? El sentía la necesidad de quitarle su dolor, y Jae no entendía por qué.

—¿Jaejoong?—Jadeó, comenzando a tranquilizarse un poco.

Jae le acarició su rostro desgarradoramente hermoso. —Estoy aquí.

—Más de su tensión decayó. El vampiro podía pensar que podría hacerlo muy bien sin él; Jae no estaba tan seguro de sus posibilidades. Él podría desdeñarlo todo lo que quisiera, pero era obvio que él lo necesitaba.

Y darse cuenta de eso lo afectaba. A medida que continuaba acariciándolo como a una mascota, volvió a imaginar cómo sería ser amado por Yunho. Si dejara alguna vez de planear matarlo, él podría verse tentado a averiguarlo.

Jae sacudió la cabeza con fuerza. Mejor no soñar con cosas que nunca serán. Entonces frunció el ceño cuando bajo la vista a su mano. Yunho había comenzado poco a poco a desaparecer. —¡Oh, no, no!—Le había dicho que podría ser asesinado si se teletransportaba en su sueño. —¡Despierta!

El sobreviviente en Jae pensó, envíalo fuera, niño. Pero otra parte de él... no sabía muy bien cual... lo hizo tomarlo por los hombros y sacudirlo.

No hubo ninguna respuesta. —¡Yunho, no te vayas!—Jae sabía que debía abandonarlo y salvarse. En cambio le sacudió más fuerte.

Sin embargo, en lugar de traer a Yunho de regreso, todo lo que había hecho era asegurarse de ser arrastrado hacia lo desconocido con él.

Su último pensamiento fue: ¡Dios mío!, ¿sobre qué será su pesadilla...?



*******
 

Mantente cuerdo, Yunho se ordenó a sí mismo mientras la tierra presionaba sobre él. ¿Cuánto tiempo ya que su padre lo había enterrado aquí en su hoyo eterno?

¿Cuántos siglos desde que lo habían dejado para pudrirse dentro del bosque de árboles de sangre? Su castigo por intentar asesinar a In Wook.

El intento fallido. Debido a que fui traicionado. Por el único amigo que jamás había conocido. Cadenas lo ataban aquí en la tierra. Era incapaz de teletransportarse de las mismas, estaba demasiado débil para romper los eslabones. No podía morir a causa de la luz solar o una decapitación rápida. Se dio cuenta de que otra raíz había encontrado su piel, y había empezado a tantearlo. Pronto excavaría a través de él, buscando cualquier

regeneración de carne, cualquier gota de sangre en el cascaron de su cuerpo.

Las raíces enroscadas por todos sus miembros, los gusanos siempre festejando. Ardía en deseos de gritar de dolor y frustración, pero estaba rígidamente atrapado, no podía mover ninguna parte de su cuerpo. Ni siquiera abrir la mandíbula o separar la parte de lo que quedaba de sus labios. Estar atrapado dentro de su mente era un entierro dentro de otro.

¿Cuánto hacía que su padre lo había castigado así?

Uno de sus padres lo había enterrado para salvar su vida, el otro para atormentarlo...

¿Movimientos desde la superficie?

Podía sentir las vibraciones. A veces In Wook le cortaba la garganta a algún mortal sobre su tumba, empapando la tierra con sangre — tan cerca que Yunho podía olerla, pero nunca la llegaría a tomar. Siempre fuera de su alcance. Perdiendo la cordura, rindiéndose hora tras hora sin fin. La superficie siempre fuera de su alcance...

¿Escucho palas que rasgan la tierra de encima? No, nadie está cavando. ¿Cuántas veces había imaginado uno de esos escenarios? Quién iba a excavar en busca de él, ¿a quién demonios le importo lo suficiente para hacerlo? ¿Sus amigos, familia? Yunho no tenía a nadie con quien pudiera contar. Con cada segundo, su tormento le recordaba que a nadie en este mundo le importaba que él sufriera.

Pero entonces unos segundos después, sintió que la presión por encima de él cedía con facilidad. ¿Podría ser la tensión en las esposas alrededor de su cuello?

De un tirón, fue arrastrado hacia arriba, las raíces violentamente arrancadas de su cuerpo, despojando a la carne de la costra que se formó sobre ella.

¿En la superficie, por fin? ¡Demasiado brillante, muy brillante!

Después de la oscuridad por tanto tiempo, incluso el negro de la noche estrellada le lastimaba la vista. Trató de sisear, trató de cubrirse los ojos atrofiados con lo que quedaba de su brazo.

—¡Ah, Yunho!—Shingdong ¿Mi tío?

—He estado buscándote. Salvado. Mi tío ha venido a salvarme. Si Yunho hubiera tenido sangre de sobra, las lágrimas se hubieran arrastrado por su cara. Realmente tenía alguien ahí, alguien leal a mí.

—Seis siglos te he buscado.

¡Seiscientos años! ¿Enterrado durante tanto tiempo? Nunca me imaginé...

—Y ahora, sobrino, te liberarse de tus ataduras. Con dos condiciones.

—¿Condiciones? Yunho quería raspar, —¡Cualquier cosa! ¡Haré lo que sea!,—Pero sus labios y lengua habían sido comidos. Él negociaría por la condenación... no podía ser peor que su situación actual.

—De lo contrario, te plantaré directamente dentro de la tierra, para no volver jamás.

Tío, ¿cómo puedes decirme eso? La traición...

—Mi hermano te lastimo estos siglos, Yunho. Pero no debiste enfrentarte a In Wook hasta que fueras más fuerte. Te ayudaré a sanar de esto, te enseñaré cómo hacerte lo suficientemente poderoso para derrotarlo. Todo lo que pido a cambio es tu lealtad... y su cabeza. Soy el heredero real de In Wook. La Horda me aceptará porque él no tiene ningún hijo legítimo. Encontraré una manera de dejarte el trono si muero.

— Me libera sólo para cazar a su hermano, soltándome de mi jaula como una criatura del infierno. Shindong le dio su sangre a Yunho para curarse, vertiéndola en su boca encostrada, lo justo para que él pudiera hablar una vez más.

—¿Prometes lealtad hacia mí, tu futuro rey, hasta el día que muera?— Dijo Shindong.

Aunque Yunho quería aullar con furia, y decirle a su tío que no podía hacerlo en su peor momento, no pudo.

—Yo... yo lo juro——jadeó, vomitando suciedad y la sangre nueva —p... por el Lore.

—Nunca olvidaré esta traición, tío, nunca.

—Se bienvenido a la vida, Yunho, a un nuevo comienzo.

Contra la cegadora luz de las estrellas blancas, Yunho había entrecerrado los ojos pasando por delante de Shindong y vio al que él había llamado una vez amigo, que en secreto observaba desde el bosque...

Quitándose los remanentes del sueño, Yunho arañó su pecho desnudo se hundió de rodillas dentro del Bosque de sangre una vez más. Cuando gritó al cielo nocturno, la humedad dejó un rastro desde sus ojos.

No puedo seguir viviendo así. El abismo le devolvió la mirada. Por fin, caeré por el borde.

Se arrodilló ante el gran árbol que había crecido, mirando con horror en la corteza, el llanto de sangre. Mi sangre. ¡Jodidamente quería sumergirse en el abismo!

La cordura sólo había forjado dolor. Dio una risa enloquecida, aliviado cuando sintió que caía... caía...pero de repente escuchó esa voz. Su voz.

—Yu... Yunho, ayu...ayudame—oyó a Jaejoong débilmente llamándolo. ¿Estaba soñando con sus recuerdos?

El aroma de su miedo, lo puso de pie. No, no, él no puede estar aquí. Esto no es real.

—Po... por favor... —Jae exclamó.

Se dio la vuelta, pero no creyó en sus ojos. Jae estaba sobre sus manos y rodillas en la nieve, arrastrándose hacia él. Jaejoong estaba aquí, en camisón. Sus labios estaban pálidos, con expresión afligida. —De...de... demasiado frí... frío.

La locura tiene que esperar. —¡Jaejoong!—Gritó, tensándose para teletransportarse...

Enemigos aparecieron junto a él. Una espada en el cuello de Jaejoong lo detuvo en seco.

La espada de Minho el Leal.

La pandilla de demonios, Cerunnos y vampiros de Minho los rodearon.

Para llevarlo lejos de mí. Todos se empeñan en alejarlo de mí.

—Ah, Yunho, creo que tengo algo tuyo, —dijo Minho, la barba rala colgando todo el camino hasta el pecho. —Si te teletransportas a la distancia o te resistes a nosotros, nunca más lo volverás a ver.

Más de los secuaces de Minho se acercaron a Yunho. Los demonios lo atacaron repetidamente dándole golpes en la cabeza y la espalda, clavándole espadas cortas. No podía hacer nada para protegerse... no podía hacer nada para llegar a Jae.

Su visión se nubló. ¿Sangre alrededor de mis pies? ¿Mía? Sangre negra, de su negro corazón. La conciencia vacilante, de Yunho luchaba por mantener su mirada entrenada sobre Jaejoong.

Minho lo empujó sobre sus rodillas, torciendo el largo de su cabello alrededor de su carnoso puño y luego lo tiró hacia atrás.

Sus suaves gritos. No puedo llegar a él. Su mirada aterrorizada se encontró con la de Yunho. La revelación lo golpeó, el reconocimiento cantó en su interior, haciéndolo trizas, recorriendo cada una de sus venas.

Era él. Su Novio.

Queridos dioses, era... Jaejoong. “Te darás cuenta de lo que tenías demasiado tarde”.

¿Era demasiado tarde? Su pareja, capturado por los peores seres del Lore. Me alié con ellos. Soy peor que ellos.

—Esto es delicioso. —Los ojos de Minho enrojecieron de satisfacción.

—¿El azote del Lore emparejado con un mortal? No podrías tener una responsabilidad mayor. Es tan difícil mantener esta especie con vida... Son tan frágiles.

Con la boca llena de sangre, Yunho se atragantó, —Dáñalo y desataré una ira indescriptible... sobre tu casa... tus descendientes. ¡No viviré para nada más!

¿Cuántas veces había estado en esta situación, pero a la inversa?

¿Cuántas veces había colocado su espada en la garganta de una mujer?, sonriendo al frenesí de su hombre para llegar a ella, su necesidad animal de protegerla.

Pero negocié con ellos.

Jaejoong se llevó las manos a los oídos, murmurando como una nana: —No es real, no es real.

—¿Qué quieres, Minho? ¿La recompensa?

—Aunque es tentador, tengo la intención de retener al encantador humano. Y cada noche mis hombres y yo beberemos de sus muslos, brindaremos por el Enemigo de lo Antiguo, el hijo de puta no deseado, que cree que nos gobernará.

—¡Tu no vas a follarlo ni a tocarlo!

Un Cerunno se inclinó sobre Jaejoong, su lengua bífida recorrió a lo largo de su mejilla, mientras enroscaba su cola alrededor de sus rodillas.

En ese momento, sus ojos negros se volvieron escalofriantemente blancos. Su cabeza se fue hacia atrás. Sus labios se separaron, sus brazos colapsaron inertes. Se quedó mirando a la nada. Y dejó de respirar.

—¡No, Jaejoong!— Yunho se llenó de pánico.

—Oh, querido, su mente se quebró.—Minho chasqueó su lengua. —Sucede mucho con ellos. Una lástima. No sabe lo que se pierde. En todo caso pronto morirá.

En cuanto a ti, te plantaré de nuevo en el suelo, y dejaré que alimentes de nuevo a ese árbol de sangre un poco más. Creo que te ha echado de menos—. Yunho se estremeció, incluso cuando el sudor estalló sobre su cuerpo.

—¿Cuánto tiempo estuviste enterrado la última vez?, —Preguntó Minho en un tono contemplativo.—O tal vez me puedes dar tu legendario libro de deudas. El chico, a cambio del libro, Yunho.

¿Mis miles de deudas para salvarlo? ¿Después de todos estos años de duro trabajo?

Una parte de él ardía por gritar, —¡El libro es tuyo, sólo quiero tenerlo de vuelta!

Una parte de él era todavía... Yunho. Se dijo que podría teletransportarse hasta allí, y luego recuperar a Jaejoong y revivirlo o más adelante, podría recuperarlo de sus enemigos.

¡Pero por todos los dioses, lo quiero ahora!

—Dame tu decisión... —Minho se calló ya que una niebla repentina llegó.

La cuadrilla se puso inquieta. Ordenó, —Comprueben el perímetro... Cuatro hombres aparecieron... espadachines macizos, de tez pálida, cada uno con su arma levantada.

Yunho dudó de lo que veía. Venían de la niebla. ¡Dacians!

Cuando los demonios y Cerunnos se lanzaron al ataque, los Daci empezaron a cortar a través de ellos con frialdad metódica. Luchando sin emoción, sólo con precisión letal.

Y ellos se abrían camino hacia Jaejoong.

—Agarra al mortal, —ordenó el mayor de los Dacian. —Regrésalo al castillo, no dejes que muera.

Ni Yunho, ni los espadachines sería capaz de llegar a Jae antes de que Minho lo teletransportara lejos de este lugar. Lejos de mí. Para siempre.

Cuando Yunho peleó en contra de sus captores, el vampiro aprovecho para tirar de Jaejoong por el pelo una vez más, arrastrándolo para ponerlo de pie. Era arrastrar un muñeco, no mostró ninguna reacción.

Aún, cuando Minho trató de teletransportarse, no pasó nada. Yunho echó un vistazo a su alrededor. Ninguno de los demonios o vampiros de la Horda podían teletransportarse en la niebla.

Ese líder de los Daci se acercaba a Minho, se acercaba a Jaejoong.

Si el espadachín Dacian se lo llevaba de regreso a su reino oculto, Yunho no podría encontrarlo. El pánico redobló en Yunho. Con toda la fuerza que quedaba en su cuerpo, se elevó contra las garras de los guardias demonios, finalmente liberándose.

Mató a tres enemigos, cuatro... Sólo el Daci, Minho, y otros dos guardias quedaban.

Minho se giró para defenderse de Yunho, liberando a Jaejoong, quien poco a poco se hundió en la nieve, con la mirada aún vacía.

¿Qué pasa si él nunca se recupera? La furia lo azotó como un látigo.

—Has cometido un terrible error Minho—. El ansia de sangre hirvió en el.

—Ahora vas a morir.—Arremetiendo en un trazado, Yunho se estrelló contra el vampiro, lanzándolo lejos de Jaejoong.

El impacto le trituró los huesos. Minho gimió de dolor. Yunho le arrebató su arma fácilmente. El vampiro se quedó mirando a Yunho, sabía que la muerte le vendría, cuando Yunho contrajo sus labios detrás de los colmillos y tiró la espada a la distancia, Minho se encogió.

—¿Harías a mi novio un esclavo de sangre?—La voz de Yunho... enloqueció, irreconocible.

—¿Mi compañero? ¿Mi Jaejoong? Con rabia ciega, acuchilló con sus garras a Minho, golpeó con los puños a través del torso malherido del macho, recogiendo puñados de vísceras. Él gritó de placer cuando los arcos de la sangre se dispersaron por la nieve.

Cuando por fin arrastró libre la cabeza del apaleado Minho, Yunho miró hacia arriba a través de la neblina. Todos los enemigos habían sido derribados por los fríos Daci.

Rodeaban a Yunho y a Jaejoong, sus miradas eran vigilantes, pero inescrutables.

La sed de sangre toco dentro de él, la necesidad rapaz de la matanza.

Cerró su mirada en la sangre que aún brotaba del cuello destrozado de Minho. Lamiendo sus labios por esa fuente humeante. El cuerpo se agitaba en agonía, excitándolo. Yunho gruño, clavando sus garras en la cabeza que llevaba aún.

¿Lo observaría el Daci caer sobre su presa en un frenesí? La sed de sangre, una fiebre innegable...

¿El latido del corazón de Jaejoong? ¡Jaejoong! Dejó caer la cabeza de Minho.

Debía hacer que volviera, se acercó a su lado y abrazó su helado cuerpo dándole calor, insuflando aire a sus pulmones congelados hasta que oyó el latido de nuevo. Calmante... como las olas. Al igual que un faro. Aclaró su visión, vio su forma delicada, pequeño... en medio de la carnicería que había causado, agachándose delante de él para enfrentarse a los Daci.

El líder tenía los ojos del color del hielo de los glaciares, y tan despiadados.

Del color que mis ojos solían ser. —Yunho pensó.

En Dacian, dijo, —Tan cerca de perderlo para siempre, Primo.

—Yunho clavó su mirada en la expresión vacía de Jaejoong, y en sus labios teñidos de azul. Su corazón se apretó. —Es posible que aún…

Espera...¿Primo?

Con un rugido brutal, Yunho cuidadosamente lo tomó en sus brazos y teletransportó a Jaejoong lejos.