Lothaire ~ Yunho Enemigo De Lo Antiguo (Adaptación) ~ Capítulo 59

Capítulo 59

—¡Jaejoong! —Yunho lo encontró de rodillas en un campo iluminado por el sol, cubierto de polvo de carbón, sosteniendo las manos sobre sus oídos sangrantes. Él estaba medio teletransportado, pero aún así la luz lo quemó.

—¿Yu... Yunho? —Lágrimas corrían por sus mejillas y derramaba más sangre por la boca. 

Estaba débil, obviamente, no había bebido lo suficiente, y se había lesionado recientemente. Mortales malheridos yacían en el suelo a su alrededor.

—Estoy aquí, dime qué ha pasado.

Jae negó con la cabeza, confuso. No podía oír, apenas podía hablar.

—Ayuda... yo...

Yunho lo cogió en sus brazos, llevándolo de regreso a su casa.

—¡No! —Gritó Jae, golpeándolo—. Vuelve. ¡Vuelve!

Yunho estabilizó su respiración, tratando de igualar su ritmo cardíaco a la carrera frenética del de Jaejoong. Cuando el latido de su corazón empezó a crecer fuerte en sus oídos, Yunho cerró brevemente los ojos, viendo dentro de su mente, hablándole directamente en sus pensamientos.

—Shh, Shh, amor. Cálmate.

—¡Llévame de regreso! ¡Mi familia se está muriendo!

—¡Arreglaré esto! Muéstrame lo que ha ocurrido.

—¡Tengo que volver!

—Salvaré a todo aquel que viva. Sabes que puedo hacer cualquier cosa.

¿Confías en mí?

Los labios le temblaban. Otro par de lágrimas corrieron por su rostro.

—¿Puedo?

—Sólo tú puedes confiar en mí. —Las palabras en ruso salieron de sus labios—:

Pelearé cualquier batalla por ti, aplastaré cualquier adversidad. 

Porque tú eres mío, niño hermoso. 

Te amo con locura que el pasado antes de ti se siente cuerdo...

—¿Yunho?

—Confía en mí. Hazlo, por tu familia.

Jaejoong por fin, asintió, y Yunho quería gritar de satisfacción.

—Ahora, bebe. —Se mordió la muñeca, empujando el corte contra sus labios—. Cúrate. —Cuando Jae se resistió, Yunho gritó en su mente—:

¡Ahora, Jaejoong!

Jae dió un tirón, abriendo mucho los ojos, y luego apretó los labios contra su muñeca. Cuando él succionó suavemente, el placer lo recorrió, pero se ordenó enfocarse, recordándose que su Endgame estaba en juego.

Mientras Jae extraía fuerza de él, empezando a sanar, le dijo, 

— Déjame ver lo que pasó. Muéstrame. 

Jae cerró los ojos y enfocó sus pensamientos.

Yunho de repente, vió un pandemónium.

Una explosión en la mina, docenas de hombres atrapados... Jaejoong tratando de localizar a sus familiares a medida que las rocas continuaban cayendo... Jae sólo podía teletransportar a uno a la vez, debilitándose rápidamente... 

 

Otra explosión le rompió los tímpanos... Una viga de soporte giró hacia abajo, golpeando su torso, dañando algo internamente.

—Si más rocas caen, Yunho, si se prende fuego...

—¿Dónde debo teletransportarme? Imagínate exactamente ese lugar. 

—Jae lo hizo—. Déjame ver los rostros de tus parientes.

Imágenes de uno tras otro surgieron. Doce hombres dejados. Yunho los memorizó.

—Quédate aquí, Jaejoong. No dejes este lugar. Salvaré a todo aquel que viva.

Se teletransportó a la distancia, pero cuando inmediatamente su puente mental se rompió, le pareció oírlo decir: —Hazlos regresar a mí.

Dos pequeñas tareas: encontrar a los mortales claves, regresar a Jaejoong.

En el interior. Oscuridad total. La oscuridad lo envolvió, la especie de oscuridad que sólo se encuentra bajo tierra. Incluso Yunho se esforzaba por ver aquí abajo.

El polvo le picaba los ojos y llenaba sus pulmones, como si estuvieran siendo compactados con polvo.

Se quedó inmóvil ante la comprensión. Podía ser enterrado vivo aquí abajo.

La tierra pulverizada sobre mí... 

 

Con escalofríos violentos, se esforzó por respirar. Un sudor frío le recorrió la piel.

Le había dicho a Ara que volvería a la tumba por Jaejoong. Aquí estoy, jodido.

¡No, enfócate! Dos pequeñas tareas. Jaejoong deseaba que salvara a su familia. 

Podría llevarlo a casa conmigo, hoy.

Apartó la primera roca en su camino, arrojándola a un lado. Luego otra. Gritando por el esfuerzo, empezó a despejar su camino a través del túnel.

Al mismo tiempo, el techo se inclinaba precariamente por encima de él, 

las vigas de apoyo se agrietaban bajo su carga.

Cuando cayó lodo sobre él, se estremeció de nuevo. ¡Yunho Enfócate!

Por fin, vio las luces de los cascos de los mineros. La mayoría de los hombres estaban inconscientes, pero sus corazones latían. Con el polvo oscureciéndoles el rostro, no podía distinguir a los familiares de Jaejoong de los demás.

Lo cual significaba que tenía que salvar a todos ellos, y más tarde los clasificaría.

Los que aún estaban conscientes se alejaron de él.

—¿Quién diablos eres?

—¡Tus... ojos!

—¿Qué eres?

Agarró por el cuello a los hombres, teletransportando a seis a la vez, soltándolos lejos del campo abrasador, escaneando rápidamente sus rostros en busca de los Kim.

Pero Yunho todavía no había encontrado al pariente que Jaejoong secretamente adoraba más —su tío Il Woo. Yunho se teletransportó más y más profundo, esforzándose por ver.

Sólo cuando vio al hombre a corta distancia, Yunho oyó otro sismo de mal agüero.

Cogió a su tío y lo teletransportó, lanzándolo en el campo antes de regresar. Un hombre todavía estaba desaparecido, un primo.

Yunho había salvado al mortal favorito de su Novio, y ¿ahora él corría el riesgo de ser enterrado aquí por algún primo al azar? Sintió la tentación de teletransportarse lejos, nombrando a esto finalizado. El había ido por ellos.

Pero Jae confiaba en él, confiaba en él para salvar a todo aquel que viviera. 

La lealtad debía ir en ambos sentidos. A pesar de que tuviera que demostrarlo en este infierno tenebroso, entonces los dioses lo ayudarían, era mejor que la recibiera de Jae... 

 

Se dio cuenta del aroma del fuego demasiado tarde...

Yunho había venido por Jae. ¿Había venido por él?

Jae sanaba a cada segundo, su sangre tan deliciosamente cálida era como combustible para cohetes, en comparación con la sangre de los animales que había estado bebiendo.

Su audición ya estaba de vuelta, su lesión interna reparada.

Ya no estaba petrificado por su familia, porque Yunho podía hacer cualquier cosa. 

Si él dijo que iba a salvar a todos los que vivían, entonces eso es lo que haría.

Curioso, Jae —no te importaba su despotismo en esto.

Pero inmortal o no, si el polvo de carbón se encendía allá abajo, él podía... morir. 

 

Acosado por la ansiedad —por él—se paseaba/teletransportaba, mordiéndose el labio.

No podía perderlo de nuevo. Sus ojos empezaron a humedecerse, sangre acumulándose. ¿Qué le estaba haciendo tardarse tanto tiempo?

Jae se estremeció, recordando las rocas que caían, el carbón en sus pulmones...

Jadeó. Oh, Dios mío. Él soñaba con ser sepultado en la tierra, atrapado. 

Jae había tratado de calmar sus agonizantes pesadillas.

¡Y sin embargo, lo envié a una mina colapsada!

Con un grito, se teletransportó hacia el campo de clasificación. 

Así que muchos ya habían sido salvados. En un recuento apresurado. Contabilizó a todos y cada uno de sus parientes, algunos de ellos gravemente heridos. 

¿Por qué no había vuelto Yunho?

Entonces se dio cuenta de que uno de sus primos en tercer grado estaba ayudando a los demás, pero no tenía polvo sobre él. No había estado en la mina antes, sin embargo, se lo había mostrado a Yunho como uno de los desaparecidos.

Yunho estaba buscando a alguien que nunca encontraría.

Lleno de temor, se teletransportó al interior de la mina, inmediatamente cayendo frente a las llamas que se dispararon sobre él. ¡No había fuego antes! 

Oh, Dios, oh Dios. Tiró de su camisa hacia su boca para mantener el polvo inflamable fuera de sus pulmones.

Si Yunho había respirado demasiado de el...

Avanzó lentamente a través del flujo del humo cegador, apresurándose para llegar a él, tratando de sentirlo mientras navegaba por las arterias de la montaña.

Él había dicho que tenían lazos irrompibles.

¡Usa tu ingenio, Jae!

Una vez que se estableció y se concentró, por instinto, parecía saber a dónde ir, caminando alrededor de las rocas caídas, su conexión con Yunho se hizo más fuerte, como un sonido cada vez más potente cerca de la fuente.

Casi allí...

Jae lo encontró. —¡Yunho! ¿Yun? —Estaba inconsciente, atrapado bajo una avalancha de rocas en llamas, con la piel en llamas.

Cuando lo sacó de entre los escombros, Jae gritó. Sus pulmones cargados de carbón se habían reventado, su torso había estallado hacia fuera.

Con los párpados entreabiertos. Con las cejas dibujadas, él articuló,

—Dé...dejame ahora... ve... te... —Sus ojos se cerraron. La tensión dejó su cuerpo.

—Mejor guárdate tus órdenes para alguien que vaya a seguirlas, vampiro.