Juegos De Caballeros ~ Capítulo 24

Capítulo 24 +18

Yunho sostuvo a Jaejoong en su brazos y se ordenó a sí mismo ir más lento para darle lo mejor de esa experiencia. Confiaba en él, y a diferencia del idiota de su esposo, no iba a arruinarlo.

Su piel se sentía cálida como la seda bajo sus manos mientras su lengua acariciaba la suya. Era mucho más atrevido ahora y su creciente coraje le hacía sentir cosas que nunca antes había sentido. 

Podía sentir el temblar de su cuerpo mientras ponía la punta contra su trasero. Estaba resbaladizo a causa del lubricante y su propia excitación, por lo que sabía que la bellota se deslizaría en su interior si se relajaba y la dejaba entrar.

—Desearía que fuese mi pene ahora mismo —dijo mientras movía la punta en su interior. Jaejoong se tensó, y luego relajó lentamente sus músculos—. Eso es, príncipe… déjala entrar.

Las cejas de Jaejoong se fruncieron por encima de sus apretados ojos cerrados, y sus dientes se hundieron en su labio inferior. Acarició la sensible piel bajo su oreja dándole tiempo para acostumbrarse a esa nueva sensación.

—¿Más?

Movió suavemente sus caderas y asintió. Besó sus párpados mientras empujaba la bellota profundamente en su interior.

Cuando llegó a la parte más ancha, Jaejoong gritó, y Yunho puso su boca gentilmente sobre la suya. —Siéntelo, Jaejoong, grande y sólido en tu interior. —Estaba jadeando, y se encontró a sí mismo casi sin respiración. Su pene se tensó, deseoso de enterrarse en su interior, pero este momento era todo sobre Jae, no de él.

Jaejoong abrió los ojos de par en par y miró a Yunho, hacia el tapón anal enterrado en su trasero. Quería decir algo, decirle cuán intensa se sentía la bellota en su interior, pero no podía encontrar las palabras. Se sentía lleno, sucio y eufórico. Las manos de Yunho se enroscaron alrededor de su cintura.

—Levántate.

Sus manos lo alzaron con urgencia, así que se levantó. Él hizo lo mismo y acarició su trasero.

—Esto se siente jodidamente maravilloso —dijo Yunho mientras movía el curvado metal al final del tapón anal. Jaejoong jadeó y se arqueó por el placer adicional. Tenía razón. Se sentía incluso más maravilloso para Jae.

—Ahora siéntate en la silla.

Jaejoong miró la rígida silla de madera, y luego retrocedió vacilantemente hacia Yunho.

Confía en mí, había dicho. Cerró los ojos mientras su culo hacía contacto con la firme silla, y el placer en su interior crecía diez veces mientras el tapón se presionaba contra su próstata. 

Yunho se encuclilló y abrió sus piernas, y luego, con un movimiento tan rápido que lo dejó sin aire, se inclinó hacia Jae y succionó su miembro en su boca. Arremolinó su lengua sobre Jae, y Jaejoong jadeó, empujando sus pies hacia el suelo por la erótica conmoción que sentía, mientras un repentino e intenso orgasmo serpenteaba a través de su cuerpo.

—Oh, Jesús… Yunho… —Jaejoong se aferró a sus hombros mientras sus músculos se contraían. Todo su cuerpo latió, y sus músculos se apretaron deliciosamente alrededor de la bellota. Cada sensación era magnífica. Cada ola del orgasmo era más intensa debido al tapón.

Yunho alzó su cuerpo y lo besó duramente, el sabor de su sexo en sus labios, su cuerpo aun palpitando por el placer. Se estiró hacia la repisa, buscando un condón, loco de necesidad por él.

—Fóllame, Yunho.

Él tomó el paquete de aluminio de sus dedos, sus almendrados ojos oscuros llenos de lujuria.

—Arrodíllate, Jaejoong. Quiero ver tu hermoso trasero cuando te folle.

Jaejoong se derritió contra él antes de deslizarse hacia el suelo. Yunho había llegado más allá de su sexualidad de una forma que Minho nunca había conseguido descubrir. Le hacía sentir mucho más valioso de lo que alguna vez se había sentido, más sexy, más consciente de lo que quería y de lo que tenía para dar.

Yunho quería tomarlo. Jae también. Pero lo quería a su forma, y se sentía lo suficientemente confiado como para tomar las riendas por un momento, seguro de que se encendería mucho más si lo hacía. Se encontraba en cuatro patas, y mientras gateaba los pocos metros hacia el sofá gris de terciopelo, el tapón de movió en su interior, enviando un sucio entusiasmo por su cuerpo que lo atrapó por sorpresa, haciéndolo jadear.

Cuando alcanzó el asiento, se giró y lanzó una lasciva mirada a Yunho por encima de su hombro, luego se volteó para descansar sus codos sobre el sillón, moviendo su trasero provocativamente.

—Es una sumamente linda vista, Señor Kim.

Estuvo detrás de Jae y besando su trasero en segundos, su ardiente boca y húmeda lengua bordeando el tapón. Jaejoong respiró profundamente mientras escuchaba el sonido del paquete rasgarse, y sus dedos moviéndose para acariciarlo entre las piernas. Sí, Dios, sí.

Estaba abierto y desesperado por Yunho, y gritó de placer cuando finalmente se empujó a sí mismo en su interior. Lento y con calma, se tomó instintivamente su tiempo mientras le entregaba esta nueva experiencia, y ningún persistente miedo disiparía las increíbles sensaciones que sentía. Jesús. 

Yunho retrocedió lentamente, y luego se movió en su interior hasta que sus caderas tocaron su cuerpo. Se hallaba tan profundamente enterrado en su interior que podía sentir su pene presionado contra el tapón. El éxtasis lo tuvo temblando, enviándolo instantáneamente hacia el borde de nuevo, e incluso más cerca con cada satisfactorio golpe del cuerpo de Yunho contra el suyo.

Sus dedos se encontraban en todas partes… presionando suavemente el tapón con cada zambullida de su miembro… acariciando su pene, haciéndolo lloriquear con la necesidad de correrse… apretándose en su cabello mientras se acercaba su orgasmo y lo follaba duro y rápido.

El orgasmo de Jaejoong comenzó en la punta de sus dedos y violentos voltios de placer, tan intensos que lo sacudieron físicamente, lo hicieron gritar mientras lo envolvían.

Yunho sujetó su cabello y tiró su cabeza hacia atrás, bombeando su palpitante miembro en su interior hasta que se corrió; pulsante y poderoso.

Jaejoong cayó sobre el sofá, exhausto, con las ahora gentiles manos de Yunho en sus caderas. Salió suavemente de su interior mientras Jaejoong respiraba lentamente, luego lo subió con él hacia las acolchadas profundidades del sofá. Estaba cansado y casi dormido cuando Yunho lo empujó a la curva de su brazo y tiró una manta de la parte trasera del sillón para envolverla alrededor de ellos.

Se sentía absolutamente feliz. Se hundió en el cálido círculo de sus brazos y cerró los ojos.