Capítulo
17 +18
La
manta de piel era cálida contra la espalda desnuda de Jaejoong
mientras se reclinaba, y la suavidad del colchón le hacía señas.
¡Qué
magnífica cama! Incluso en su estado de máxima expectación
sexual, no podía evitar notar su calidez, como un capullo, y la
comodidad en directo contraste al peligroso hombre tumbado a
su lado, sosteniendo una venda en su mano.
Su
cuerpo estaba lo suficientemente cerca como para tocar la
longitud del suyo, desde los hombros hasta las rodillas, su
erección pesada sobre su cadera. Si Yunho elegía moverse, podía
estar dentro de él en un segundo, y la idea estableció un pulso
latente entre sus piernas.
Dejó
vagar la venda de seda sobre su piel. A través de su
pecho, sobre su estómago, por sus caderas. Jaejoong suspiró,
relajándose ante la burla susurrada de las caricias de la seda.
—¿Recuerdas
lo que dijimos sobre esta venda, Jaejoong?
Yunho
lo acarició suavemente entre las piernas con la seda negra y abrió
sus muslos un poco. La sensación de sus manos revoloteando
pero sin llegar a tocarlo, lo hacía contener la respiración.
Jaejoong
cerró los ojos por un momento, y luego asintió y levantó
la cabeza. Yunho reaccionó de inmediato, poniendo la venda
en sus ojos y anudándola cuidadosamente.
Cuando
abrió los ojos y sólo vio oscuridad, por un momento el
pánico amenazó con consumirlo. —¿Yunho? —pronunció su
nombre en voz alta, y su dedo tocó sus labios para calmarlo.
—Shhh.
—Sus labios rozaron los de Jae—. Tus ojos se adaptarán a la
oscuridad.
Jaejoong
respiró temblorosamente y descubrió que tenía razón.
—¿Necesito
una palabra de seguridad? —respiró ansiosamente, sintiendo
algo sospechosamente parecido a una risa de Yunho.
—No,
en realidad no. Si quieres que me detenga, sólo di para.
Pero para que conste… no lo querrás.
Estaba
demasiado confiado. Su dedo se quedó en sus labios,
trazándolos suavemente, y Jae abrió la boca y lo mordió.
Tomó su mandíbula con los dedos y la sostuvo con fuerza.
—No
me muerdas —murmuró como advertencia, y su mano bajó
para rodear su garganta.
Jaejoong
tomó aire y exhaló entonces, mientras lo sentía inclinarse a
través de su cuerpo hacia la mesita de noche. Señor,
estaba caliente y pesado. Podía escuchar un cajón siendo
abierto. ¿Ya estaba buscando un condón? Y entonces estuvo
de vuelta junto a él colocando algo inesperado en sus manos.
Jaejoong
frunció el ceño detrás de la venda mientras sus dedos
tanteaban aprendiendo el esquema de los dos círculos finos
y suaves de cuero que le había dado. Estaban unidos por una cadena
de metal corta y fría. Esposas.
—Yunho…
no estoy seguro si… —susurró, pero incluso para sus
propios oídos su protesta sonaba vacía. El peso de las
esposas en sus manos trajo recuerdos de cómo había sujetado sus
brazos a su espalda en el club, y no podía negar el hecho de
que le encantó la sensación. Sus dedos trazaron el cálido
cuero, descubriendo el tachón frío de metal en cada
brazalete que supuso debía ajustar su tamaño.
—Pon
los brazos sobre tu cabeza —ordenó Yunho en voz baja.
Jaejoong
se estremeció, pero ofreció sus manos voluntariamente.
El
primer círculo de cuero se deslizó por una de sus
muñecas y los cuidadosos dedos de Yunho lo ajustaron de modo que no
podía liberar su mano. La ansiedad se levantaba en la mente de
Jaejoong cuando escuchó la cadena tintinear contra el metal, luego
los dedos de Yunho encerraron su otra muñeca. Se apartó un poco,
sintiendo el efecto de la resistencia.
—Confía
en mí —murmuró, y rozó su boca contra la de Jae antes de volver
su atención a asegurar la segunda esposa.
—Listo.
—Terminó su trabajo—. Ahora probémoslas. Asegúrate de
que tus manos no se salgan.
Sus
palabras salieron como una orden deliciosa y oscura, y
Jaejoong retorció las muñecas. No solo no podía salir de
las esposas, sino que Yunho había pasado la cadena detrás
del diseño metálico de la cama, cerniendo sus brazos en el
lugar.
Prisionero,
jadeó y arqueó la espalda, sintiendo la emoción combinada con
conmoción por la restricción.
La
risa baja de Yunho retumbó en su oído. —Tomaré eso
como un sí, ¿de acuerdo? Trata de relajarte.
Jaejoong
deseó poder hacerlo. Sabía que sus pezones debían estar
alzándose de forma grosera, pero las restricciones lo
excitaban tanto que no podía suavizar su columna.
De
verdad deseaba poder verlo. El golpe doble de la pérdida
de libertad de movimiento y visión lo dejaban indefenso, y su cuerpo
vibraba con erótica anticipación.
Yunho
era impredecible en el mejor de los casos.
Con
la privación de dos de sus sentidos, lo ascendía a francamente
letal.
Interminables
segundos de silencio se extendieron sin que lo tocara, y Jaejoong
giraba en una rueda de emociones… lujuria… miedo…
ansiedad… y de vuelta a la deliciosa lujuria de nuevo. Su
cuerpo gritaba por su toque, y con cada momento que lo
hacía esperar, sus nervios se tensaban al punto de romperse.
Y
entonces llegó su recompensa. Su cálida y húmeda boca se
fijó sobre un pezón duro como una roca mientras deslizaba
un cubo de hielo alrededor del otro. Jadeó en voz alta y
se arqueó incluso más, ávido de más. Succionó fuerte su
pezón hasta que lo sintió alargarse en su boca, mientras
sus dedos hacían círculos en el otro con el cubo de hielo. Su boca
estaba caliente. Sus dedos fríos. Se retorció, pero las
esposas de cuero sostenían sus muñecas firmemente en su
lugar.
Jaejoong
hizo tintinear la cadena contra el metal de la cama como
un prisionero reticente, consiguiendo una emoción sensual del
traqueteo y la sensación de estar atrapado. Se sentía
encadenado, totalmente a su merced, y el sumiso en él se
deleitaba con eso. Quería que este hombre hiciera lo que le
placiera: tocarlo por todas partes, poseer su cuerpo de
cualquier forma que quisiera.
Un
cubo de hielo se deslizó por su ombligo, haciéndolo
aspirar aire bruscamente.
—Quédate
quieto —dijo, la primera vez que había hablado desde que lo
encadenó—.
Deja que se derrita. —Sus manos estaban en
sus pezones, calentando donde estaba congelado, masajeándolo
mientras su lengua se deslizaba en su boca.
El
cubo de hielo empezó a derretirse contra el calor de su
piel y pequeños riachuelos de agua helada goteaban por su
cintura. Intentó flexionar su cuerpo contra las delicadas
gotas, pero Yunho movió su rodilla para cubrir sus piernas y
sujetarlo.
—Quédate.
Quieto.
Jaejoong
descubrió que quería saber qué pasaría si le desobedecía.
Exhaló
con fuerza, forzando a que los músculos de su estómago
subieran con el fin de remover el cubo derretido.
—Jae…
—advirtió, con voz baja y sensual.
Una
emoción escandalosa se desplegó en su vientre. Le había
advertido dos veces.
No
tenía ni idea de cómo jugar este juego. ¿Debía obedecer, o debía
dejar de cumplir? ¿Cuáles eran las reglas aquí? Minho nunca lo
había atado a la cama y ordenado que no se moviera mientras
derretía hielo en su ombligo: esto era todo un territorio
desconocido para Jae. El impulso de ser travieso ganó. Frunció
los labios y movió las caderas. El cubo de hielo se deslizó de su
cuerpo y esperó con gran expectación.
Yunho
suspiró pesada y audiblemente, por lo que no pudo pasarlo
por alto a pesar de la venda. —Jae. ¿Quieres que te castigue?
Se
mordió el labio, genuinamente inseguro.
—No
estaba planeándolo, pero haces que mis dedos piquen por
alcanzar el paddle en el cajón a tu lado.
¿Paddle?
De acuerdo… tal vez debería haberle obedecido después de todo.
—Nada
de paddle —suspiró, y mantuvo su cuerpo inmóvil cuando
su boca derivó desde la base de su garganta hasta el
hueso púbico, y de nuevo hacia arriba, sus manos pesadas en su
muslo.
—Mejor
—murmuró, y lamió cada uno de sus pezones al mismo
tiempo. Largos y lentos barridos de su lengua que lo
hicieron gemir con placer.
—Mejor
aún. — El esfuerzo de mantenerse quieto valía la pena por sentir
y escuchar su aprobación. Tenía una manera de hacerse cargo de él
y de conseguir hacerlo sentir invencible al mismo tiempo, y
era una combinación embriagadora.
Cuando
se alejó de él, sus niveles de ansiedad se dispararon de
nuevo. Saltó cuando sus manos agarraron sus tobillos y los separó,
luego se movió hasta arrodillarse entre sus pantorrillas.
—Si
sólo pudieras ver lo que puedo ver en este momento
—murmuró.
Jaejoong
cerró los ojos detrás de la venda. Debía tener una
visión de rayos X, podía sentir su sexo abierto para él.
Debía ser todo pezones y carne rosada. Una imagen de las
lesbianas lamiéndose del club de sexo se deslizó en su mente y
Jaejoong se alegró de que la venda escondiera sus ojos avergonzados
de Yunho.
Sus
palmas recorrieron sus piernas con caricias lentas y largas que
terminaban tentadoramente cerca de su sexo. Se detuvo y se inclinó
sobre su cuerpo hacia la mesa de nuevo.
—Voy
a derramar cera caliente en ti.
Jaejoong
tiró de sus restricciones con fuerza en consternación.
Había visto a Madonna hacer algo similar en una película
pervertida y pareció doloroso. Yunho extendió la mano sobre
su estómago para mantenerlo quieto, y el agua derretida del hielo
que quedaba en su ombligo se derramó por su cuerpo.
—¿No
te dije que confiaras en mí?
Antes
de que pudiera sacar su voz para protestar, Yunho dejó
una cinta de gotas calientes por su abdomen de cadera a cadera. Soltó
el aliento que había estado reteniendo.
La cera estaba caliente,
pero no tan quemante, y las manos de Yunho habían puesto
sobre su pubis una gran mariposa caliente presionando suavemente su
carne.
—Se
derrite en aceite —dijo mientras sus manos empezaban a
deslizarse sobre su piel, sus pulgares rozando ocasionalmente
el pequeño rastro de pelo. Con dedos cálidos y resbaladizos por sus muslos
internos, Yunho masajeaba el aceite por todas partes, excepto por
donde realmente lo ansiaba.
Extendió
las piernas y levantó las caderas hacia sus manos.
¿Podría
ver su entrada? Debía ser capaz de hacerlo. Estaba tan
abierto como le era posible, palpitando con lujuria para que sus
manos se concentraran en su miembro.
En
vez de eso, lo lamió.
La
sensación de su cabeza situada entre sus piernas lo tenía
jadeando su nombre, y en respuesta sus manos llegaron a sus
caderas para mantenerlo quieto.
La
cabeza de Jaejoong iba de lado a lado, y sus ojos estaban cerrados
con fuerza bajo la seda de la venda. La cadena de las
esposas arañaba la cama cuando se retorcía, inquieto por la
liberación.
Jesús.
El hombre sabía lo que estaba haciendo. Su lengua estaba en todas
partes. Lenta y suave en su agujero. Larga y firme mientras
se hundía en él. Estaba caliente y húmedo, y necesitado.
Era fuerte y generoso, y tan abrumadoramente sexy que
Jaejoong comenzó a temblar desde sus manos atadas hasta los pies.
Se iba a venir. Jae se iba a venir.
Y
en eso fue cuando Yunho se detuvo.
—¡No!
—gritó y sacudió su cuerpo hacia donde él había
estado, desesperado porque volviera. Y entonces lo hizo,
haciéndolo saltar violentamente cuando algo frío y duro rozó
sus pezones. Los sintió endurecerse al instante bajo sus
cuidados helados.
¿Qué
era eso? Era demasiado sólido para ser hielo. Jae estaba
caliente, y lo que fuera que fuese, estaba más allá de
frío. Su cerebro giraba con lujuria mientras él acariciaba el
objeto a través de su boca.
Era
frío. Y duro. Y de vidrio.
Y
entonces lo supo, incluso mientras sus labios se separaban
para permitir que el extremo bulboso del consolador de vidrio
entrara en su boca.
Escuchó
a Yunho gemir, y sólo pudo imaginar cuan pervertido debía verse
atado a la cama y dejándolo follar su boca con la gran polla de
vidrio.
Estaba
muy, muy frío.
Yunho
deslizó la otra mano entre sus piernas abiertas y empujó los dedos
dentro de él, luego sacó el consolador de su boca y en vez de eso,
lo empujó contra su próstata.
Frío
como el hielo y caliente como la boca, todo al mismo
tiempo, y duro.
Tan,
tan duro. Jaejoong gimió en apreciación ante las nuevas
sensaciones a las que Yunho había expuesto su cuerpo. Frío
y pesado vidrio contra la carne febrilmente caliente.
Él
se inclinó hacia adelante y deslizó la lengua en su
boca, luego extendió la mano tras su cabeza y desató la venda.
—Abre
los ojos, príncipe.
Jaejoong
parpadeó mientras su visión se ajustaba a la luz, y vio
su propia imagen reflejada en los espejos del techo. Desnudo.
Abierto. Encadenado. Un vikingo arrodillado entre sus piernas.
El
consolador de vidrio se veía incluso más erótico en sus manos de
lo que lo había hecho en la película. Cristalino, con una
cinta elevada de brillante vidrio aurora boreal al azar
alrededor del exterior… deliciosos bordes de fricción cada
vez que lo giraba, y un final bulboso y con forma de
polla.
Yunho
lo enroscó lentamente en Jae, y los matices del vidrio
ondulado rebotaron en un millón de diminutos arcoíris de
color en las paredes de la habitación iluminada con velas.
Todavía frío, Jaejoong sintió cada delicioso canto del
consolador deslizarse, inflexible y sólido como roca.
Sus
ojos devoraban el erótico cuadro. Yunho, desnudo y de rodillas, el
hermoso tatuaje del lobo vivo en su musculosa espalda
mientras trabajaba entre sus piernas. La suave piel de su espalda.
Arcoíris de cristal en las paredes. Esposas de cuero alrededor de
sus muñecas.
Jaejoong
revisó su opinión sobre los techos con espejos. No eran
algo viejo. Eran un clásico por una razón.
Cuando
Yunho bajó la cabeza para succionar su miembro, las
primeras señales de advertencia de que el orgasmo de Jae
se aproximaba empezaron a hormiguear por su cuerpo como electricidad.
Yunho,
Yunho, Yunho...
Yunho
miró cómo las curvas de Jaejoong se tensaban y atrapó
su atención por un segundo antes de que su lengua se
perdiera en su agujero de nuevo, Había tenido un sin número
de mujeres y hombres en los últimos años, pero Kim Jaejoong,
desnudo y encadenado a su cama, estaba allí como el
encuentro más erótico de su vida. Ver su expresión en el límite
hacía que su pene doliera.
Estaba
tan listo, podía sentir su cuerpo tembloroso.
Había
llegado el momento.
Metió
el consolador de vidrio tan profundo como pudo dentro de él mientras
trazaba letras en su miembro con la punta de su lengua.
P…
él se estremeció.
R…
él se arqueó.
I…
él gimió.
N…
jadeó su nombre.
C…
—Yunho…
I…
él se vino.
P…
y se vino.
E…
y se vino.
Oh My God *.* Jae ya no podra alejarse del Dios del sexo q tiene a su lado. Woooo lo de la cera caliente me dejo *q*
ResponderBorrarGracias por el cap Gabicita ^^
Muy muy bueno el capitulo y creo que yunho ya no lo dejara ir nunca de su lado alparecer en cada encuentro que a tenido con su príncipe Jae lo deja mas y mas obsecionado por el
ResponderBorrarGracias por el capitulo me encanto
aya dios miooooooooo!!!! <3
ResponderBorrarConcuerdo con Jaqueline, jae ya no podrá dejar a Yunho y yunho tampoco podrá dejar a Jae xD ya los vi! jajaja
dios.. me encanto!! <3
La imagen.. de Jae encadenado, y asdfghjklñ´todo lo demás jaja me emociona! ese hombre así a de ser lo mas hermoso del mundo <3
Ese final fue oro! Dios mio! Me imagino a Jae tan descriptivamente en esa situacion y Yunho entre el..................¿Que puedo decir?
ResponderBorrarEs una adaptacion muy muy sexy y hot.....Gracias por adaptarla!!!
Me encanta el sobrenombre de Principe....de ahora en adelante cada vez que lo escuche.....mi mente viajara a esta escena........GraciasYunjae
Que erotica, sexi y hot escena. No pues asi no van a separarse jamas, que una semana ni que nada y mas que estan trabajando juntos, esa oficina va estar sin molestar muy seguido.
ResponderBorrarGracias
OMG que capitulo mas HOT mas caliente ufff *-* jaejoong ya no se reprime mucho quiere que haga todo lo que desee el dios del sexo que tiene dios Yunho ..... tambien concuerdo con ustedes alparecer Yunho no querra dejarlo ir esta encantando una semana dios va querrer que este a su lado mas tiempo y ni que hablar de Jaejoong el se siente en el paraíso >o< woooo ....
ResponderBorrarGracias
ahhh q pervert es yunhoo como hace disfrutar a jae y claro el tambien lo disfruta y eso q es solo el comienzo gracias
ResponderBorraromg sun que de sir muy hot me dejo sin palabras gracias gaby besos
ResponderBorrarque siga la fiesta ,total falta una semanita más de lo mismo. Yunho pervertido y Jae que se deja... bien por él y que lo disfrute.
ResponderBorrarquiero saber qué seguirá después.... gracias
No puedo con yunho...es tan woaa, sabe lo que hace... Y es el dia 1 .... Aun tienen muuucho tiempo para disfrutar
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