Juegos De Caballeros ~ Capítulo 8

Capítulo 8

Yunho se sentó en la silla junto a la cama y observó dormir a Jaejoong.

Había estado fuera de combate durante un par de horas, y abajo el club había cobrado vida. Había recorrido el piso una hora atrás y se encontró satisfecho por el número de personas que fluían por las puertas, cada una de ellas con ojos audaces y expectantes.

Amaba su falta de inhibición, su coraje para rechazar los límites sociales y ser quienes demonios quisieran en ese lugar que había creado.

El Club INFERNO era precisamente lo que decía sobre la puerta. Una puerta a la libertad sexual para cualquier persona lo suficientemente valiente como para entrar.

Miró a Jaejoong de nuevo. Lo había frustrado como el infierno desde el momento en que desfiló en su oficina y lo había sorprendido cuando se dio la vuelta y soltó palabras que claramente lo mortificaron.

Su vergüenza había perdido la batalla con su arrebato, y eso lo impresionó. El chico era ochenta por ciento gatito y veinte por ciento león y consideró su misión el hacerlo rugir. El potencial sexual brilló en él como un faro, y su insistencia de lo contrario sólo le daba aún más ganas de demostrar que se equivocaba.

Además, estaba el pequeño detalle de su marido. Si había una cosa que realmente ponía de gallina la piel de Yunho, eran los hombres que trataban mal a sus parejas. Su investigador había cavado alrededor y aparecieron pruebas de que otra mujer de Minho había sido un accesorio permanente en el matrimonio de Jaejoong por un tiempo considerable.

¿Cómo podía hacerlo ese hombre? ¿Cómo podía decirle mentiras descaradas a la persona a la que profesaba amar?

La oscuridad de asentó en el corazón de Yunho mientras los recuerdos del dolor del corazón de su madre, enterrados durante mucho tiempo, nadaban a través de su cabeza.

Su único crimen había sido amar demasiado a su padre, y murió por su causa. Sola, salvo por una botella de píldoras y una arrugada fotografía de su esposo. Había vivido su vida a la sombra del engaño del padre de Yunho, y en su mayor parte se engañó a sí misma diciendo que era feliz.

Justo hasta el día en que no pudo ignorarlo más, porque fue empujado bruscamente en su cara cuando lo había visitado en el trabajo y lo encontró a horcajadas sobre su secretaria en el escritorio.

Se había enfrentado con la verdad en toda su fealdad, y la había roto.

Yunho había sido demasiado joven en ese entonces para salvar a su madre, pero se iba a asegurar jodidamente que Jaejoong no se dejara atrapar en el mismo ciclo de destrucción. Se tambaleaba justo directo al punto de enfrentar a su esposo, y Yunho pretendía armarlo para la lucha.

* * * * * * *

En una habitación pequeña de hotel en Creta, Minho se dejó caer en una silla similar al lado de una cama similar y miró a una mujer dormir.

¿Qué hacía? Esta era la primera vez que pasaba más de veinticuatro horas seguidas en la compañía de Boa, y la realidad de estar con alguien más que no fuese Jaejoong durante todo el día había dado duro en el blanco. 

Las reuniones con Boa  para cenas clandestinas y sesiones de sexo por la tarde se habían convertido en el agradable elemento fijo en su vida durante los últimos dieciocho meses.

Desde el momento en que se conocieron en una fiesta de trabajo, ella no ocultó el hecho de que lo consideraba atractivo. Era coqueta. Sexy. Era divertida, y no le importaba si él olvidaba poner los contenedores afuera o dejaba la ropa sucia en el suelo del dormitorio. Era excitante en su falta de familiaridad, y ella lo quería.

No tomó ningún esfuerzo separarla en su mente de sus votos matrimoniales.

En todo caso, se dijo, follar a Boa ayudó a su matrimonio. Boa hizo cosas que Jaejoong no se atrevería. Era un hombre satisfecho, y en cualquier otra área aparte de la habitación, su relación con Jaejoong era ideal.

Había compartimentado su vida en su cabeza perfectamente.

Jaejoong, su esposo y mejor amigo.

Boa, amante dos veces por semana.

Había sido el plan ideal, hasta ahora.

Hasta esta semana.

Boa había estado haciendo ruido acerca de irse juntos durante meses, pero Minho había logrado esquivarlo. Ella conocía su situación. Era un hombre casado. Pero entonces, eventos habían conspirado contra él y se había encontrado incapaz de salir de ello esta vez.

Boa no había dicho exactamente que le diría a Jaejoong sobre su aventura, pero había dado a entender lo mismo, y la amenaza era suficiente para tenerlo empacando su maleta y decir su mentira más grande hasta ahora.

Boa se había encontrado con él en el aeropuerto, y de allí en adelante, supo con absoluta convicción de que estaba mal. No quería ir a la tienda libre de impuestos con ella, porque comprarle a Jaejoong una nueva botella de perfume era parte de su ritual habitual de vacaciones.

Estar con Boa veinticuatro/siete había destacado todas las diferencias entre las dos personas en su vida que nunca se había tomado el tiempo de pensar.

Por supuesto, Boa puede que no se quejase sobre contenedores o ropa sucia por el momento, pero los pequeños detalles de vivir temporalmente con ella habían expuesto más sus incompatibilidades que sus puntos fuertes. 

O tal vez estaba siendo injusto. Probablemente no debería importar que Boa durmiera en el lado equivocado de la cama, o que prefiriera té en lugar de café en la mañana.

Realmente no debería perturbarlo, que ella fuera del tipo turista en lugar de la chica que cocina en la playa, o que no tuviera ni idea de cómo jugar por la noche al póker en el balcón.

Pero el hecho era que todas esas cosas sí lo molestaban, porque ignoraban el hecho de que ella simplemente no era Jaejoong. No era ese hermoso ser que él amaba, quién lo conocía completamente.

¿Jae sabía sobre Boa? ¿Cómo no iba a saberlo?

Cristo, esperaba que no.

Dejó caer la cabeza entre sus manos, sintiéndose atrapado. Quería ir a casa.