Juegos De Caballeros ~ Capítulo 20

Capítulo 20

¿El Círculo Polar Ártico? ¿Cómo en la nieve, glaciares y osos polares?

Jaejoong miró hacia su camisa vaporosa con alarma. Este atuendo no sería suficiente. Se moriría de frío.

—No te preocupes, estarás bien, no es muy diferente a un invierno coreano allí en este momento. Has traído un abrigo, ¿no?

Jaejoong asintió, desconfiado. Su hermoso abrigo rojo de lana lo mantenía lo suficientemente cómodo en casa, pero no sería la elección de un típico esquimal.

Yunho se dirigió a la cocina de autoservicio y regresó con una bandeja de croissants, pastelillos, quesos y carnes continentales.

—El desayuno está servido, Señor.

Jaejoong miró la variedad de alimentos y se dio cuenta de que se moría de hambre. 

Estar con Yunho lo hacía olvidar las cosas más básicas, incluído comer. 

Su marido probablemente también debía ser agregado a esa lista.

—¿Tu vida siempre es así? —preguntó Jae, después de que hubiera llenado su plato—. ¿Jets privados, cualquier mujer u hombre que desees, champaña de barril?

Yunho lo estudió por encima del borde de su humeante taza de café.

—Más o menos.

Él estaba completamente sin complejos, pero entonces, ¿por qué no lo estaría?

Era una vida de ensueño, y Google le había informado fiablemente de que a los treinta y un años, Jung Yunho era un hombre completamente realizado.

Su perspicacia para los negocios era muy documentada y alabada, incluso si su historia antes de Jung Corp. era una página en blanco.

—Sin embargo, ¿nunca quieres más?

—¿Más? Un jet privado es suficiente, incluso para mí —dijo secamente.

—No... no me refería... —agitó un brazo alrededor de la lujosa cabina—, a esto. 

¿Qué pasa con la familia? ¿Y qué con el amor... niños algún día, tal vez?

Yunho soltó un suspiro y sacudió la cabeza. —No es lo mío, príncipe. 

Los lazos no se han hecho para mí.

—Todo el mundo necesita amor, Yunho.

—Sí, y Santa realmente existe. —Yunho apartó su plato—. 

¿A dónde te ha llevado el amor, Jaejoong?

Jaejoong bajó la cabeza, picado por sus palabras. O picado por la verdad detrás de sus palabras. El amor lo había llevado precisamente a ninguna parte. Tal vez tenía razón.

Yunho se había construido una vida para sí mismo que era toda sobre diversión sin dolor. ¿Qué tenía eso de malo?

—Pero, ¿no te sientes solo a veces?

Yunho se encogió de hombros. —Soy dueño de siete clubes y veintinueve tiendas minoristas por todo el país, y tengo un equipo de más de quinientas personas, incluyendo un asistente personal terriblemente distraído. No tengo tiempo para estar solo.

Por mucho que Jaejoong quisiera cavar más profundo, algo en el rostro de Yunho se había cerrado. Sus brillantes ojos se habían diluído a un castaño plano, y un musculo tembló a lo largo de su mandíbula. Sus respuestas le habían dicho absolutamente nada, y Jae tenía la clara sensación de que habían sido estructuradas para tener precisamente ese efecto.

El hombre debería ser político. ¿Quién eres, Jung Yunho?

A pesar de la intimidad en la que habían estado en los últimos días, en ninguna manera que contaba, el hombre sentado frente a Jae era un completo extraño.

*******

Yunho cerró la puerta de la habitación sin hacer ruido, aliviado de que Jaejoong hubiera aceptado su sugerencia de que se cambiara a unos pantalones más gruesos y que tratara de recuperarse durmiendo un poco durante el resto del vuelo. Sus preguntas durante el desayuno lo habían inquietado. No estaba solo, y la última cosa en su agenda era encadenarse a otra persona.

¿Por qué alguien pensaría que la monogamia iba a funcionar? No era natural. Las personas eran seres sexuales, el matrimonio suprimía artificialmente los deseos de la naturaleza. Lo deformaban aquellos que trataban de ajustarse a las normas, e hizo villanos y víctimas de los que fallaron.

El matrimonio de Jaejoong era un ejemplo de ello. Su marido estaba a mitad de camino en el mundo disfrutando de los placeres carnales del cuerpo de otra persona que no era él, mientras su esposo yacía en la cama recuperándose de su último orgasmo en el camino al Círculo Polar Ártico.

¿Dónde estaba la honestidad en eso? 

¿Dónde estaba el amor y el mismo respeto legendario?

Yunho miró hacia la puerta del dormitorio. Se encontraba decidido a que Jaejoong disfrutara de los placeres más carnales antes de que se fuera a casa y entrara en la batalla con su marido infiel. De la que por supuesto gracias a él debía salir ganador.

*******

Lee Min Ho era un hombre preocupado. No podía controlar a su esposo.

Difícilmente podía hacer una escena sobre ello con Boa, pero el silencio de Jaejoong sólo podía significar una cosa.

Él no era un hombre dramático, no se le ocurrió que algo desfavorable le pudiera haber pasado.

El instinto le dijo que Jaejoong estaba eligiendo evitar sus llamadas. 

Un frío miedo envolvió sus dedos húmedos alrededor de su corazón al pensar que Jae sabía de su aventura.

Nunca en un millón de años pudo contemplar la idea de que el mismo Jaejoong podría estar demasiado ocupado en los brazos de otro hombre como para escuchar sus ruegos cada vez más desesperados para que tomara sus mensajes.

De vuelta en los suburbios antes de tiempo, su ordinaria y pequeña casa permanecía abandonada, el rojo parpadeante del contestador automático como la única luz en el lugar.

Rojo de daño. Rojo de peligro. Rojo de problemas por delante...

Minho solo suspiró... y cerró la puerta tras de él.